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Martín Pallares: ¿Chuta y ahora qué hacemos con el acuerdo?

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Si antes de Metástasis ya había evidencias que hablaban de las relaciones del correísmo con las mafias, ahora esas relaciones quedaron evidenciadas

Uno hasta pagaría para ver la cara que deben tener ahora esos entusiastas que abogaban por el acuerdo político con el correísmo, diciendo que solo así se podía alcanzar la gobernabilidad necesaria para el éxito de Daniel Noboa. El clivaje correísmo- anticorreísmo ya no tiene sentido, decían unos con severo gesto de politólogos ‘wannabes’. La mitad del país votó por el correísmo y eso justifica que se gobierne con ellos, acotaban otros un poco menos achicopalados por su correísmo vergonzante. Ya no hay que pararle bola a esos amargados y odiadores que son incapaces de virar la página, agregaban los noveleros que con alegría desbordante pensaban que la llegada de Daniel Noboa inauguraba una nueva forma de hacer política; una política donde el maravilloso pragmatismo está por delante del vetusto y tonto principio de la ética pública. Sí, sería muy lindo ver ahora, luego de Metástasis, la cara a todos esos entusiastas de la tal gobernabilidad, incluyendo al prosopopéyico Henry Kronfle, porque es imposible olvidar ese gesto de infinita superioridad moral con el que miraban a quienes aún creen en esa decadente e inútil idea de las virtudes cívicas y de la ética pública.

Pues bien, ahora todos esos entusiastas del pragmatismo se han quedado mudos. Los más lúcidos, con suerte, quizá están diciéndose silenciosamente que finalmente no era buena idea meterse con una agrupación política que ya estaba señalada por tener pésimas compañías, mientras que la gran mayoría ha preferido hacer lo del avestruz y meter sus cabezas en la arena. Y no es para menos: si antes de Metástasis ya había evidencias que hablaban de las relaciones del correísmo con las mafias, ahora esas relaciones quedaron evidenciadas de forma brutal. No solo su patrón hizo de campana avisando a sus defendidos (porque Correa no ha dejado de defenderlos) que se venía el operativo, sino que toda la estructura nacional e internacional de esa agrupación se ha movilizado para crear una narrativa según la cual la fiscal no ha tenido empacho en presentarse como el brazo político de los acusados. Eso plantea un tema que, si hay un ápice de decencia en el gobierno, consiste en plantearse seriamente si vale la pena seguir en ese acuerdo con las huestes de Correa o no. ¿Cómo va a justificar ahora el gobierno de Noboa que sigue siendo necesario un acuerdo con los abogados de las mafias?