Martin Pallares | Glas debería compartir sus pastillas con Correa
Desde que salió a la luz un estudio estadístico (...), se nota que sus trastornos psíquicos van de mal en peor
Algo debe estar pasándole a Rafael Correa. No es normal que, dentro de su habitual anormalidad, ande con reacciones tan delirantes. Desde que salió a la luz un estudio estadístico sobre las muertes violentas no explicadas, las desapariciones y la trata de menores a partir de la salida de la base de Manta, se nota que sus trastornos psíquicos van de mal en peor. Si bien el estudio, hecho por un posdoctorante en la Universidad de Chicago llamado Arduino Tomasi, pulveriza su tesis de que durante su gobierno el Ecuador fue el país más seguro de la región, no se entiende que reaccione con tan alta dosis de psicosis si tan seguro está de que no hizo nada malo. Tampoco se justifica el delirio por el hecho de que el estudio de Tomasi destruye su tesis, a la que defiende blandiendo cuadros estadísticos de que desde la salida de los gringos de Manta los homicidios bajaron vertiginosamente (¿será que los ‘marines’ estaban agazapados antes de su llegada matando gente como loquitos?).
El más reciente episodio fue el mensaje con el que reaccionó ante el anuncio del presidente Daniel Noboa de que pide a Fiscalía que se haga una investigación a las estadísticas desde que entró en vigor la Constitución hasta 2013. Apenas Noboa hizo el anuncio, Correa le dijo Calígula. ¿Estaba aludiendo al emperador romano conocido por ser sexualmente depravado, que pensó que era un dios viviente, que asesinó a un niño pequeño porque tosía demasiado, que tuvo relaciones sexuales con sus tres hermanas y que asesinó a una de ellas que estaba embarazada de él? “No seas ridículo”, le dijo también al presidente, a quien acusó de estar “cada día peor”. Con ese mensaje tan extraviado, Correa no hizo otra cosa que poner de manifiesto un pánico que lo único que logró es sembrar la duda de si estaba autoincriminándose de algo muy malo: como en el chiste de Pepito.
El primer episodio ocurrió un día después de la publicación en EXPRESO de una nota del periodista Roberto Aguilar sobre el trabajo de Tomasi. Correa puso un mensaje muy atrabiliario, cuya única explicación es la de estar muy al tanto de una conspiración criminal para poner bombas en hoteles y gasolineras, o la de querer que la gente deje de hablar sobre el estudio de Tomasi.
La situación de Correa parece ser grave. ¿No sería de que Jorge Glas le comparta al menos algo de la dosis de 40 pastillas que dice tomar diariamente?