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Martín Pallares: El logro silencioso e invisible de Lasso

Indicadores que son certificados por los organismos internacionales responsables de hacerlo ubican al Ecuador en este tema por debajo del promedio

Guillermo Lasso dejará en pocos días la Presidencia y sobre su gestión se pueden escribir folios enteros hablando pestes. Pero hay un tema que su administración fue capaz de atacar con éxito y que ninguno de sus antecesores pudo, pese a que tuvieron más tiempo en el poder y, en el caso uno de ellos, billeteras muchísimo más gordas. Se trata de un tema que al país político le importó muy poco, aun siendo la mancha más vergonzosa y dolorosa que nación alguna pueda tener: altísimos índices de desnutrición crónica infantil. Sí, en los apenas dos años de la administración de Lasso se pudo dejar atrás la ignominiosa distinción de ser el segundo país de América Latina con mayores índices de desnutrición crónica infantil, superado solo por Guatemala. Si bien el problema no ha sido superado del todo, indicadores que certificados por los organismos internacionales responsables de hacerlo ubican a Ecuador en este tema por debajo del promedio regional, lo cual convierte a este esfuerzo en uno de los más relevantes de la reciente historia del país, quizá comparable únicamente con esa otra revolución social (también muy poco reconocida) que fue la eliminación en la Sierra, durante los años 70, del cretinismo por falta de yodo en la sal, que ocasionaba bocio endémico. Dos triunfos que la miseria humana del ‘homo politicus’ ecuatoriano jamás reconoció. En el caso de la desnutrición infantil, siendo las provincias de mayor población indígena las más afectadas, ni el movimiento indígena ni el octubrismo ‘new age’ jamás lo pusieron en su agenda de lucha. La Secretaría Ecuador Crece Sin Desnutrición Crónica Infantil, creada por el tan insultado Lasso, hizo cosas de tan simple sentido común que sus antecesores ni intentaron, como atacar el problema desde varios frentes: atención a mujeres embarazadas, niños recién nacidos, dotación de agua potable en las parroquias más afectadas, vacunas y reactivación de los centros de desarrollo infantil, entre otras medidas. Se pasó, por ejemplo, de 175.658 chequeos en niños pequeños en mayo de 2021 a 262.268 en junio de 2023.

Sentido común, otro poco de empatía humana y una política pública eficiente para acometer contra el más doloroso de los problemas sociales del país, lograron atacar con éxito algo que cualquier sociedad con conciencia humanista debería aborrecer y que aquí apenas unos pocos le prestan atención.