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Martin Pallares: ¿Y si Luisa era la ‘queridita’?

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¿Qué puede esperar un país si su gobernante recurre a una enfermedad para menoscabar a un crítico o a un adversario?

Que la salud mental de un presidente o de un candidato presidencial se la trate abierta y responsablemente no debería alarmar a nadie. Es más, se trata de un asunto de interés público que no puede ser marginado ni de la conversación nacional ni de la comunicación de un gobierno o una campaña presidencial. Por eso, la salud mental, en estos casos, no puede ser ni secreto ni tabú. El caso del presidente chileno Gabriel Boric no puede ser más claro: él habla abiertamente sobre el Trastorno Obsesivo Compulsivo que sufre e, incluso, ha informado sobre las implicaciones de su condición y sobre su tratamiento. No es de sorprenderse: Chile es el segundo país del mundo donde más atención se da al tema de la salud mental y menos se estigmatiza a quienes la sufren.

Muy distinto es cuando un político ataca a alguien por su condición o su supuesta condición de salud mental para descalificarlo y humillarlo. Ese es el caso de Luisa González durante el debate. La candidata de Rafael Correa hubiera actuado de forma responsable y ética si le pedía con respeto y empatía a su contrincante que diga si es cierto o no que sufre de alguna condición relacionada con su salud mental, ya que se habla mucho del tema. Esa hubiera sido una actitud en absoluto reprochable dado el hecho de que Noboa gobierna el país y pretende hacerlo por cuatro años más. Pero no, la candidata de Rafael Correa utilizó el tema como un recurso para hacer quedar mal a Noboa, ofenderlo y aparecer en el debate como la más incisiva y lista. 

En esencia, lo que hizo es estigmatizar a Noboa y así, por ‘default’, estigmatizar a cualquier persona afectada por el síndrome de falta de atención. Lo de Luisa González puso en evidencia una pobreza humanista que, también, es de interés público. ¿Qué puede esperar un país si su gobernante recurre a una enfermedad para menoscabar a un crítico o a un adversario? ¿Para descalificarlo y sacárselo del camino? Evidentemente, lo peor: eso quedó demostrado en el gobierno de Correa, quien está tras la candidatura de González.

Lo del debate aún fue peor con el “queridito”, que la candidata lanzó luego de la frase relacionada con el supuesto déficit de atención de Noboa. ¿Se imaginan el petardo que hubiera estallado si era Noboa el que llamaba a Luisa queridita?

La calidad humana también es un tema de interés público.