Martin Pallares | A Maduro lo defienden los cobardes y los hipócritas
Lo de Luisa González es vergonzoso porque es evidente que sí tiene una opinión sobre lo de Venezuela
Aunque ni uno solo de ellos quiere admitir que es defensa, lo cierto es que todos los actores políticos que se niegan a condenar el fraude electoral del dictador Nicolás Maduro hacen una defensa suya. Hay una extraña mezcla de hipocresía, cobardía y posiblemente complicidad con las redes mafiosas del régimen venezolano. Lo de la correísta Luisa González con Lenin Artieda en Ecuavisa, por ejemplo, fue un espectáculo grotesco que, si no fuera porque es un asunto que no tiene nada de gracioso, calificaría para una opereta bufa. La más relevante figura del correísmo se hizo la tonta durante al menos cinco minutos de la entrevista sobre el tema venezolano, repitiendo el más idiota de los alegatos, que se resume en que en el Ecuador hay problemas muy graves como para meterse con los de Venezuela. El alegato, que es el mismo que usaron los asambleístas de su partido, es idiota porque nada tienen que ver los problemas que hay en el Ecuador (por ciertos graves) con lo que ocurrió en Venezuela el domingo pasado. ¿Acaso una persona que tiene goteras en su casa no puede tener una opinión sobre un tema que se desarrolla fuera de su casa? Lo de Luisa González es vergonzoso porque es evidente que sí tiene una opinión sobre lo de Venezuela, pero le da vergüenza darla públicamente. Además, es patéticamente cobarde por no querer asumirla abiertamente.
También está la declaración conjunta de los presidentes Gustavo Petro, de Colombia; Lula da Silva, de Brasil, y, López Obrador, de México. Que hayan dicho que el litigio sobre los resultados electorales debe ser dirimido por las instituciones en Venezuela es claramente un desvergonzado apoyo al dictador Maduro. ¿Es que son tan tontos que no se han dado cuenta de que todas las instituciones en Venezuela están cooptadas por el régimen? Evidentemente no: por el contrario, son unos vivísimos que esconde la realidad: el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia, así como todas las otras instituciones del Estado harán lo que Maduro les ordene. Petro, además, publicó un tuit en el que dice que ningún gobierno extranjero debe opinar sobre lo que pasa en Venezuela, sino que son los venezolanos los que deben decidir. Lo dijo ignorando perversamente que los venezolanos ya habían decidido su destino y olvidando que él fue hasta Guatemala para sostener la posesión de su coideario Bernardo Arévalo. Hipócritas y cobardes.