Martín Pallares: Mayra Salazar y su jueves de crucifixión
Pero hubo otro crucificado el jueves: Rafael Correa. Un testigo contó cómo el narcotraficante Norero conversó al menos en dos ocasiones con él
El Jueves Santo terminó siendo de crucifixión. Al menos para muchos que se creían dueños y señores de la vida pública del país, con derecho a la impunidad eterna. La declaración anticipada de Mayra Salazar dejó al desnudo no solo una estructura profundamente corrupta con la que se ha manejado la administración de justicia en Guayas sino también a una lógica llena de maldad y saña. Pablo Muentes aparece, luego de lo dicho por Salazar, como un gánster perverso capaz de enviar a la cárcel a una indígena humilde para apropiarse de sus tierras, pero también como el operador político del Partido Social Cristiano, que actuaba como el propietario de la mayoría del Consejo de la Judicatura. Salazar, en efecto, con su declaración anticipada, dejó al desnudo lo que muchos apenas se atrevían a decir en voz baja sobre Muentes. Destaca lo ocurrido con el juicio que le ganó al Banco del Pacífico y en el que se hizo adjudicar la bicoca de 3 millones 800 mil dólares. Salazar lo describió con gran detalle: cómo direccionó la voluntad de los jueces para que fallen a su favor e incluso cómo manejó, con la astucia de un ladrón que logra abrir una caja fuerte, el sorteo para que en una de las instancias sea beneficiado por un tribunal de lo civil que debía conocer una apelación. El testimonio de Salazar permite entender otras lógicas de Muentes: como por ejemplo, su perverso interés en acabar con el buen nombre de María Josefa Coronel por haberse opuesto a que se le sigan entregando los contratos de limpieza para los juzgados en Guayas, el año en que ella fue directora provincial de la Judicatura. Muentes, además, tenía relación con capos del narcotráfico como Fito.
Pero hubo otro crucificado el jueves: Rafael Correa. Un testigo contó cómo el narcotraficante Alejandro Norero conversó al menos en dos ocasiones con él para encontrar una fórmula para sacar a Jorge Glas de la cárcel. Si no fuera porque esta declaración coincide con otros indicios de Metástasis, se podría asegurar que puede ser mentira; pero en este caso, todo coincide demasiado. Si luego de esto el escenario político queda tal como quedó luego de Metástasis y Purga (es decir igualito), querrá decir que la clase política no entendió nada. Y si el presidente Daniel Noboa no revisa su sociedad con los grandes crucificados del jueves, que son socialcristianos y correístas, la sociedad tendrá legítimos motivos para pensar lo peor de él.