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Martin Pallares: Mejor estate quieto, Correa

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El prófugo no puede olvidar que la decisión la tomó Washington tras analizar minuciosamente el expediente del caso Sobornos

El comunicado que Rafael Correa sacó el jueves 10 de octubre pone en evidencia la complicada situación en la que el gobierno de Biden lo colocó a él y al correísmo, con su decisión de prohibirle la entrada a ese país a él y a su familia. 

orrea moderó su retórica antiimperialista para enfocarse en una donde el acento está más en el lamento por la afectación a su familia. En una declaración posteada en sus redes sociales, pocas horas antes, había hablado de la “idiotez de los gringos”. La razón del cambio en el tono es simple: Correa sabe que botar fuego en contra de EE. UU. podría afectar al correísmo en su campaña electoral. La experiencia dice que los políticos radicalizan su retórica antigringa cuando se les niega la entrada a ese país. 

Ahí está el caso del expresidente de Colombia Ernesto Samper (portavoz del Grupo de Puebla) para demostrar el axioma: de un liberal clásico que era cuando ejercía el poder, se convirtió en una caricatura del antiimperialismo más crispado cuando EE. UU. le retiró la visa por sus nexos con el narcotráfico. 

En el caso de Correa, él sabe (aunque seguramente le duele muchísimo) que si hay algo popular en las mayorías del Ecuador son los EE. UU. En lugar de insistir en la “idiotez de los gringos”, Correa ahora prefiere hablar de la afectación a su esposa (con quien evidentemente ya no tiene ningún vínculo) y a sus hijos. Eso le da un tono que puede hacer que la gente se conduela con él. En el comunicado del jueves, que lo copió al papa Francisco, también le pone el acento a los “maravillosos” años que, sostiene, vivió en EE. UU. Todo un buen chico

Correa y sus palafreneros tampoco podrán seguir abusando de su perorata del ‘lawfare’. Resulta que EE. UU. tomó medidas mucho más duras con el expresidente paraguayo, Manuel Cartez, y con el actual vicepresidente de ese país, Hugo Velázquez, asimismo por corruptos. Y ambos son de derecha neoliberal. 

Correa corre incluso el riesgo de que le pase lo mismo que a Cartez: que los gringos empiecen a soltar los comprometedores detalles por los que lo sancionaron. Incluso les retiraron las visas a algunos de sus diputados. El prófugo no puede olvidar que la decisión la tomó Washington tras analizar minuciosamente, durante años, el expediente del caso Sobornos y a la luz del juicio a su excontralor 100/100, Carlos Pólit. Y que todo este le afecte a su condición de refugiado en Bélgica.

Así que mejor, estate quieto, Correa.