Martin Pallares | Por súper de bancos hasta baila el perro
¿Por qué la primera decisión de la nueva mayoría fue hacer una pirueta legal, sin informe jurídico?
Un superintendente de bancos de bolsillo puede ser el sueño húmedo de lavadores de dinero vinculado con las mafias del narcotráfico. También de funcionarios corruptos. Hacerse de la vista gorda ante negocios evidentemente truchos o recibir incentivos para que no se investiguen depósitos sin los justificativos legales es lo que un superintendente de bolsillo podría hacer para ayudar a grupos criminales. O en el caso de políticos corruptos, permitir que algún banco garantice, por ejemplo, el crédito de un contratista de Petroecuador u otro organismo estatal. En resumen, tener un superintendente de bancos de bolsillo puede ser un negocio tan, pero tan bueno que conseguirlo podría empujar a alguien a hacer cosas impensables e incluso ilegales: por ejemplo, insistir en que sea posesionado algún superintendente que casi cuatro años atrás fue descartado para el cargo por la justicia.
La reflexión viene a cuento a propósito de lo que sucedió en el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, Cpccs, el miércoles de la semana que hoy termina, cuando el correísmo sorpresivamente retomó la mayoría y el control de ese organismo. ¿Por qué la primera decisión de la nueva mayoría fue hacer una pirueta legal, sin informe jurídico, que justifique la posesión de un superintendente que ya había sido descalificado hace casi cuatro años? ¿Por qué llegaron a hacer la estupidez de ordenar la posesión de ese superintendente para el próximo período y establecer que el actual (al que destituyeron) lo sea en el siguiente, como si pudieran decidir por otro Cpccs en el futuro? Es verdad que para el correísmo ese tema fue un asunto importante hace algunos años, pero de ahí a que apenas retomen la mayoría en el Cpccs hayan insistido en él es algo muy llamativo. O sospechoso. ¿Tan importante es lo del superintendente? Incluso hay una reciente sentencia de la Corte Constitucional que dice que ese superintendente del correísmo fue impedido ilegalmente de posesionarse pero que ya no puede hacerlo nuevamente y debe contentarse con ese reconocimiento.
Existiendo tantos vasos comunicantes entre algunos movimientos políticos y las mafias de la droga, resulta imposible no tener malos pensamientos. Pelearse casi a dentelladas por el nombramiento de un superintendente de Bancos es, al menos, bastante extraño. Imposible no pensar mal.