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Martin Pallares | Los tontos útiles de la nueva ofensiva contra la fiscal

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Horas más tarde, Correa posteaba los nombres de los supuestos mercenarios. ¿Nombre de la obra?

La desesperada ofensiva que el correísmo ha lanzado en las últimas semanas en contra de la fiscal Diana Salazar se sustenta en la instrumentalización de ciertos actores que actúan como supuesto periodistas. En realidad se trata de un ataque que surge desde el día en que Salazar apareció en un video diciendo que está lista para el juicio que había sido puesto en ‘stand by’ por embarazo riesgoso. Luego de que el riesgo ya pasó y estuvo dispuesta a ser enjuiciada, hubo entre los correístas un silencio absoluto que apestaba a miedo.

Esta fase de la guerra ha tenido dos episodios. El más reciente es un artículo en The Intercept Brasil, la franquicia del célebre The Intercept fundado por Glenn Greenwald, Jeremy Scahill y Laura Poitras, que ya no tienen relaciones con el sitio pero que se hicieron famosos por su participación en la divulgación del material de Edward Snowden. El artículo es una síntesis sumisa de la perorata correísta sobre los supuestos chats que el prófugo pandillero de los Latin Kings y exasambleísta, Ronny Aleaga, distribuyó tan pronto como fugó de la justicia, asegurando que eran la evidencia de una íntima relación suya con la fiscal. El correísmo seguramente pensó que al publicar el artículo en un medio internacional y escrito en inglés, iba a ganar credibilidad, pero en realidad lo que hizo es publicar un burdo intento por darle una segunda oportunidad a unos chats que fueron un fiasco, no solo porque nunca fueron periciados por autoridades sino porque lo que decían era tergiversado o tan obvio que no produjeron ni la milésima parte del escándalo que habían anunciado. Los de The Intercept Brasil siguieron tan al pie de la letra la versión correísta que el artículo es de un ridículo de dimensiones bíblicas. Para comenzar ni siquiera mencionan el prontuario de su principal fuente: el mafioso de Aleaga, y dicen unas estupideces tan grandes como que “la oficina” de Salazar acusó a Rafael Correa del asesinato de Villavicencio.

Si lo de Intercept Brasil fue el segundo episodio de esta ofensiva, el primero lo protagonizó La Posta. Sin más que un papel que blandía en su mano, Andersson Boscán afirmó que Salazar es parte de la mafia albanesa y la acusó de asesina cuando dijo que no le tenía miedo a los mercenarios que ella dizque tiene en Los Ríos. Horas más tarde, Correa posteaba los nombres de los supuestos mercenarios. ¿Nombre de la obra?