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Martín Pallares: Lo de Verónica Abad puede terminar muy mal

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La posibilidad de que el juicio político sea el camino escogido para sacar a Abad del juego nace de un hecho

Si Daniel Noboa piensa en destituir a su vicepresidenta para no entregarle el poder cuando pida licencia para candidatizarse a la reelección, tendrá que negociar sí o sí con sus enemigos de reciente data, los correístas.

Parece maldición, pero si el camino escogido para sacar a Verónica Abad es la Asamblea Nacional (solo ahí puede destituirla) tendrá que llegar a un acuerdo con el correísmo para contar con sus votos. A Noboa, no le alcanza la ayuda del Partido Social Cristiano porque con ellos no podrá tener la mayoría necesaria para sacar a Abad. Si a eso se suma que Construye no le va a ayudar en este perverso plan, a Noboa se le hace inevitable tener que ir a conversar con el correísmo. Y cuando de negociación se trata, algo tendrá que dar a cambio. La pregunta es ¿qué?

Existe la posibilidad, claro está, de que el correísmo le diga que, para entregarle sus votos, Noboa deberá concederle la Vicepresidencia. No sería sorprendente que el nombre que pongan como condición los socialcristianos sea el de Viviana Veloz, lo que se traduce en el que esta correísta rabiosa se hará cargo de la Presidencia por unos meses. Que una correísta de esta catadura se convierta en la presidenta de la República podría traducirse en un eventual regreso de Rafael Correa. Aunque estas disquisiciones tienen un pie en terrenos de la política ficción, resulta imposible no tejerlas.

La posibilidad de que el juicio político sea el camino escogido para sacar a Abad del juego nace de un hecho: durante toda la semana, la canciller Gabriela Sommerfeld ha machacado en que Abad no ha cumplido sus funciones, porque ha hablado mal del gobierno ecuatoriano. A eso hay que agregar la declaración del muy sui géneris viceministro de Política, Esteban Torres, que también se fue por esa dirección.

La canciller no parece entender que la destitución por esa causal se la podría aplicar a cualquier funcionaria del servicio exterior, pero nunca a una vicepresidenta. Para comenzar por el hecho de que la Constitución no prevé esa causal y además porque no sería la primera vez que un vicepresidente haga críticas al gobierno.

Noboa está obsesionado con sacar a Abad de su camino. Lo ha intentado por varios medios, pero ha fracasado en todos. Si no se le ocurre algo ya mismo e insiste en un juicio político en la Asamblea, esta historia va a terminar muy mal.