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Con amor, de Nebot para Iza

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Tan vergonzoso fue para ciertos asambleístas socialcristianos la censura a Carrillo, que varios de ellos prefirieron enviar a sus alternos

La cabeza de Patricio Carrillo era el trofeo que Leonidas Iza y las fuerzas antidemocráticas que lo acompañan necesitaban tener en su galería para animar a sus huestes a derrocar al Gobierno en las movilizaciones que se avecinan. Carrillo se había convertido en la figura que representa la defensa del Estado de derecho como comandante de la Policía durante el paro de octubre de 2019 y como ministro de Gobierno en el de junio de 2022. Hacer que las fuerzas del orden protejan, como ordena el acuerdo social que cobija a cualquier país civilizado, la propiedad privada y los bienes públicos era un delito imperdonable para quienes quieren destruir la democracia e instalar un régimen autoritario y de impunidad.

Que esa cabeza la haya entregado a Iza en bandeja de plata el autoritarismo cleptocrático del correísmo y el maoísmo andino en la Asamblea era perfectamente previsible. Ambas fuerzas comparten desde hace años un plan para destruir la institucionalidad y apoderarse del Estado a perpetuidad. Pero que en ese sacrificio haya participado el Partido Social Cristiano de Jaime Nebot resulta no solo aborrecible sino inmensamente revelador.

A estas alturas es evidente que a Nebot (porque lo que hacen sus asambleístas es en cumplimiento estricto de sus órdenes) ni siquiera le queda como recuerdo un principio del que el PSC se ufanó durante buena parte de la historia reciente del país: el respeto al orden y a la legalidad. Pero no, para el exalcalde de Guayaquil y actual operador de opereta de Rafael Correa, lo único que cuenta es cumplir con la alianza que tiene con el prófugo de Lovaina y facturar sus míseras cuentas personales con Guillermo Lasso. ¿El Estado de derecho? ¡Bah!, eso es para bobos.

Tan vergonzoso fue para ciertos asambleístas socialcristianos la censura a Carrillo, que varios de ellos prefirieron enviar a sus alternos para cumplir con el compromiso de cortar la cabeza de Carrillo.

Lo del jueves fue algo más que el rito de cortar una cabeza: fue la demostración de que la clase política, donde también están los supuestos socialdemócratas de la Izquierda Democrática que censuraron a Carrillo, no tiene compromiso con el Estado de derecho.