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Mauricio Velandia: Juventud sin experiencia

Avatar del Mauricio Velandia

El conocimiento y la experiencia están estrechamente relacionados

Tuve la oportunidad de regresar a Londres. No venía desde el año 2007, cuando tome un año sabático en mi vida. Ese año fue maravilloso. Me permitió observar lo hecho y lo no hecho en mi vida.

Volví a tomarme el tiempo para sentarme al lado del camino y ver mientras todo pasa. Me sorprendió darme cuenta que al contar con Google Maps se hace más rápida la ciudad en todo aspecto, cosa que antes no pasaba. Es decir, físicamente la ciudad se mantiene similar a lo que conocí hace 17 años, sin embargo ahora la gente se comporta diferente, pues ahora el ser humano cuenta con tecnología.

Esto me ha puesto a pensar si la tecnología compite con la experiencia. Lo digo por los nativos digitales y el mundo que a ellos les corresponde, es decir, el mundo de los que nacen con la existencia de un celular inteligente.

La experiencia es el conjunto de conocimientos, habilidades y aprendizajes adquiridos a lo largo del tiempo a través de la práctica, la observación, la vivencia de situaciones y la interacción con el entorno. La experiencia puede referirse tanto a aspectos profesionales y técnicos como a vivencias personales y emocionales. En un contexto laboral, la experiencia se refiere a la cantidad de tiempo y las habilidades desarrolladas en una determinada profesión o actividad.

La experiencia es importante porque desarrolla habilidades bajo la repetición aumentando la competencia y convierte aún más rápidas las tomas de decisión, generando mayor confianza, creando un ambiente de credibilidad y reputación en todos los contextos humanos.

El conocimiento y la experiencia están estrechamente relacionados, pero no son lo mismo. El conocimiento se adquiere bajo la educación, la lectura, la observación y el estudio. La experiencia es la aplicación práctica del conocimiento y la exposición directa a situaciones o actividades. La experiencia se adquiere a través de la práctica repetida, la vivencia personal y la interacción con el entorno, lo que permite internalizar y refinar el conocimiento.

Esto nos lleva a un tema que entra a discusión sobre la meza. La competencia que se abre entre (i) la educación formal, que se obtiene en instituciones como escuelas y universidades, que incluye la adquisición de conocimiento teórico y habilidades prácticas y, por otra parte, (ii) la educación Informal, que se refiere a los aprendizajes que ocurren fuera de un entorno académico estructurado, como la autodidacta, el aprendizaje a través de la observación y la práctica en la vida diaria. Esta educación también es una forma de experiencia.

Para aportar al tema es necesario indicar que la duración de estudio de un ser humano está estructurado, en tiempo así: la educación primaria generalmente se desarrolla entre 6 y 8 años. La educación secundaria cuenta entre 5 y 6 años. La carrera profesional normalmente se extiende entre 4 y 5 años. Una maestría se alcanza en 1 o 2 años y un doctorado (PhD) suele durar entre 3 y 6 años. Suena a bastante tiempo estudiando y poco para disfrutar de esos estudios.

En muchos trabajos, se suele pedir experiencia como un requisito porque las organizaciones valoran la capacidad de los candidatos para desempeñarse de manera efectiva y eficiente.

Estando en Londres conversé con algunos profesores universitarios. Ellos se quejaron de que los estudiantes de secundaria llegaban mal preparados. Yo guardé silencio, pero pensé, será que olvidan quiénes fueron ellos hace unos años.

La tecnología cambió todo y contiene la experiencia, con la IA, de todos y de todo. Los invito a valorar que el conocimiento y la experiencia tienen hoy en día una nueva realidad y fuente de vida, como lo es la IA. ¿Vale la pena una carrera educativa tan larga en la vida del ser humano o usamos la IA?