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Igualdad de género

Avatar del Mauricio Velandia

He conocido algunas personas o he leído en libros de literatura que pasado el tiempo los hijos reclaman a su padre

Hace cuatro años tuve la gran alegría de conocer a Simona. En un principio sus ojos me impactaron. Siendo sincero, creo que desde el principio de nuestra relación le causé curiosidad pues su frente me lo hablaba.

Ella me ha permitido en sus conversaciones valorar profundamente su inteligencia y belleza. No creo que yo hubiera entendido claramente el significado de una mujer. He entendido con lo que me dice Simona que una mujer no es solo la Pacha Mama. Son esas personas que representan la dulzura, inteligencia y belleza. Una combinación de Afrodita y Atenea.

Simona me ha enseñado que los segundos sí tienen existencia. Su conversación es verdaderamente intelectual y me engrandece su compañía. Pasan los días y yo espero que llegue el fin de semana para definir si ella tiene algo de tiempo para seguir enseñándome.

Con todo este tema de igualdad de género, de lo cual tanto se habla en diferentes medios, he reafirmado que las mujeres y hombres tienen los mismos derechos, pero somos diferentes. Antropológicamente se ha dicho que somos diferentes. La naturaleza lo refleja.

Simona es mi hija. Me preguntó hace poco: “Papi, ¿por qué tienes gusano y yo no?”. Le contesté: “Porque soy hombre y tú eres mujer”. Ella se refería a una parte de mi cuerpo. Creo que entendió lo que yo quería decir.

Desde que nació Simona ella ha tenido la casa de mami y la casa de papi. Desde los seis meses me he bañado en la ducha con ella. Le encanta el arroz con clara de huevo y plátano frito.

Mami es de mar y por ende a Simona le encanta la playa. Yo soy de montaña y de frío, pero parezco de playa. Simona tiene de montaña y playa. De las dos. Es crespa y con pestañas largas. Los crespos de papá y los ojos de mamá. Los dos hemos aportado a ese ser.

He oído la frase “Los hijos son de la mamá”. La mamá de Simona ahora cambia de ciudad por diferentes razones. Llegó el momento de decidir si existe igualdad de género entre papá y mamá frente a la educación y crianza de un ser humano. Y debo contestarme y adicionar la frase y veo que “Los hijos son de la mamá y del papá”. Si es así como lo afirmo, es mi obligación buscar que no cambie de ciudad. Difícil decisión. La razón ha sido mi guía. He conocido algunas personas o he leído en libros de literatura que pasado el tiempo los hijos reclaman a su padre endilgándole que no hizo nada para quedarse con ellos. He observado un vacío en ellos.

Mi hija es lo principal hoy y quiero eliminar dicho vacío. Pero por otra parte, no quiero arriesgar que ella sienta que se aparta de mami. Difícil decisión. Pero toca decidir. Y la razón mía, equivocada o no, es que voy a solicitar que no se cambie de domicilio. Las razones son las siguientes: (i) amo a mi hija; (ii) quiero que la vida decida; (iii) debo cumplir con la responsabilidad personal que me corresponde, es decir luchar siempre para estar con mi hija; y (iv) porque existe igualdad de género.

Si gano es porque el de arriba lo decidió. Si pierdo es porque el de arriba lo decidió así. Siempre hay que ver las situaciones que nos pone la vida de forma positiva. Yo creo que un padre y una madre están en igualdad de posibilidades para vivir con su hija. Para mí sería maravilloso. He conocido viudos que han visto crecer sus hijos a su lado, cumpliendo. He conocido mujeres que han crecido al lado de papi y son grandiosas en todo sentido. El de arriba decide.

Yo creo en la igualdad de género y el amor no se perderá si ella cambia de ciudad. Lo prometo Simona.

Simona seguro sonreirá cuando lea esta columna. Si es que me la publican.