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Medardo Mora: La academia y su rol social

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La voz de estos centros de educación superior es democráticamente necesaria

La educación superior que imparten universidades, escuelas politécnicas e institutos técnicos o tecnológicos es fundamental en el desarrollo sustentable de un país; son las proveedoras a la sociedad del más importante insumo, el capital humano, formando profesionales preparados para entregar su aporte al bienestar colectivo, realizar investigación científica o tecnológica que debe ser útil, aplicable a la solución de necesidades o aspiraciones sociales concretas. Les corresponde también promover la cultura y el arte, así como efectuar planteamientos que contribuyan al logro de objetivos que beneficien al país.

Es claro que la educación y enseñanza que trasmiten debe ser de calidad, no puede ser mediocre. Solo en ese contexto es posible aceptar la afirmación del expresidente de la Unesco, Federico Mayor, de que las universidades son la conciencia y cerebro de una sociedad. Aquello también explica que gocen de autonomía académica, orgánica, administrativa, financiera, aspecto en que el Ecuador tuvo un avance trascendental en 1996, con la expedición de la ley que creó el Fondo Permanente de Desarrollo Universitario y Politécnico, al tener recursos propios y poder obrar alejadas de cualquier influencia gubernamental o económica.

Esa libertad para organizarse, planificar sus actividades, regularse internamente, exige que garanticen a docentes y estudiantes un ambiente ideológicamente plural, no pueden ser instrumento ni mucho menos sede de ninguna organización política. Su gestión debe encauzarse a la búsqueda de la verdad con el soporte del conocimiento y la experimentación, crítica y racionalmente concebidas.

Ha causado sorpresa conocer que hay universidades que son intermediarias en la compra de medicamentos, lo cual no se justifica. Pueden gestionar ingresos extras, pero dentro de lo que son sus fines y funciones, realizando estudios investigativos o consultorías.

La voz de estos centros de educación superior es democráticamente necesaria. Se extraña no escuchar un criterio técnico fundamentado sobre la realidad del problema y las posibles soluciones de la crisis eléctrica.