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Medardo Mora: Bicentenario de Angostura

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Este acontecimiento histórico explica por qué Vicente Rocafuerte propuso adoptar esta división...

Ayer 25 de junio se recordaron los 200 años de que el presidente de la Gran Colombia puso el ejecútese a la Ley de División Territorial aprobada el día anterior por el Congreso de Angostura de 1824, fecha de indiscutible trascendencia en el proceso de creación del Ecuador como país soberano.

En aquel Congreso, cuando formábamos parte de la Gran Colombia y nos habíamos liberado del coloniaje español, con las gestas del 9 de Octubre de 1820 con que se independizó el entonces Departamento de Guayaquil, que incluía las provincias de la Costa, y al que siguió el Austro con sus provincias de Azuay y Loja, la batalla del Pichincha de 1822 que liberó a la capital Quito, el Congreso de Angostura ya estableció la primera división política, territorial y administrativa del futuro Ecuador al dividirlo en ocho regiones o provincias: Imbabura, Pichincha y Chimborazo en la Sierra; Guayas y Manabí en la Costa; Azuay y Loja en el Austro, y el Archipiélago de Galápagos, que es la división regional que mejor refleja la realidad geográfica y étnico-cultural del país, a la que habría que agregar a la entonces selvática y aislada Región Amazónica.

Este acontecimiento histórico explica por qué el primer presidente republicano que tuvo el Ecuador, el estadista Vicente Rocafuerte, propuso en 1835 a la Asamblea Constituyente de esa fecha adoptar esta división, reemplazando a la de 1830, que creó tres regiones Costa, Sierra y Austro.

El recuerdo del hecho histórico que motiva este artículo justifica que las provincias creadas en Angostura en 1824 hayan recordado y celebrado ayer con sus mejores galas el bicentenario de su nacimiento como regiones con identidad geográfica y territorial, acontecimiento que forma parte de la historia de creación del Ecuador como Estado independiente, tanto como el grito del 10 de Agosto de 1809, cuando patriotas quiteños reclamaron altivamente tener un manejo autónomo del entonces Departamento de Quito, para que la Corona española le reconociera potestades administrativas desconcentradas, a lo que se suma la lucha patriótica previa de Eugenio Espejo de finales del siglo XVIII.