Medardo Mora: Bukele y su liderazgo
Bukele es un referente para la democracia latinoamericana. Su triunfo lo obtuvo respetando las reglas de la democracia, sus opositores participaron
El arrollador triunfo de Nayib Bukele al ser reelecto como presidente de El Salvador, demuestra su talla de verdadero líder. No obstante la campaña nacional e internacional en su contra, demuestra que cuando un gobernante actúa pensando en el bienestar de sus gobernados, cuando es capaz de recoger sus anhelos y prioriza el interés de todos y no el de su grupo de partidarios, tiene el respaldo espontáneo de los ciudadanos.
El logro más difundido de este joven gobernante ha sido devolverle la tranquilidad a los salvadoreños. Enfrentando la actitud matonil y extorsionadora del crimen organizado, lo ha hecho con claros criterios de estadista, de persona preparada para gobernar, que conoce los entretelones de la red de actores e intereses facciosos que se tejen actualmente en la sociedad. Su tesis: “cuando se utilizan correctamente los recursos públicos alcanza para todo” la ha puesto en práctica y ha sido un pilar en su gestión. Eso lo han palpado los salvadoreños que viven dentro del país y los que tuvieron que emigrar porque el país no les ofrecía oportunidades. Aquello explica el entusiasta apoyo de sus compatriotas, que estaban cansados de gobiernos de izquierda o derecha que se alternaron en el poder y optaron por la mentira y la corrupción.
Un líder debe tener convicciones sólidas que le impidan desviarse hacia conveniencias sectarias, derribar obstáculos que se le presenten en el camino, ser auténtico, transparente, sencillo; ahí radica justamente su grandeza. Comunicar sin ambages lo que piensa y hace, no dejarse contaminar por la vanidad personal. Su recompensa es que su actitud patriótica será valorada.
Bukele es un referente para la democracia latinoamericana, su triunfo lo obtuvo respetando las reglas de la democracia, sus opositores participaron libremente, eso lo confirman observadores internacionales. Esa la diferencia ante gobiernos autoritarios, déspotas, como los de Venezuela y Nicaragua, que encarcelan y vejan a sus adversarios.
Queda aclarar sin hipocresías denuncias sobre irrespeto a los derechos humanos de los pandilleros presos, aunque estos no los respetan.