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Medardo Mora: Burocracia y centralismo

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Quienes ejercen una función pública han olvidado que no son dueños del puesto 

Aunque seamos repetitivos, la calamitosa situación del país reflejada en inseguridad, apagones, desempleo, tiene nombre y apellido: improvisación y negligencia, de gobiernos de los últimos 30 años, en que ya hubo crisis de energía eléctrica, sin que desde esa fecha hayan ejecutado acciones que eviten el desastre actual, con prolongados apagones, si se entiende que la electricidad es el soporte fundamental del aparato productivo. En el gobierno del Ec. Correa se promovió el cambio de la matriz productiva construyendo hidroeléctricas, se contrataron algunas con altos sobreprecios y baja calidad, sin instalar paralelamente plantas termoeléctricas para no depender del vaivén de las lluvias.

Mientras el país está semiparalizado, los movimientos políticos, incluyendo el del actual gobierno, gastan recursos públicos en campañas electorales, dando discursos vacíos que nada aportan a solucionar la crisis; están dedicados a conseguir votos, captar algún poder y seguir lucrando de los tributos que pagan los ecuatorianos. No existen propuestas concretas y viables para enfrentar los urgentes problemas que sufre el país, todo se reduce a la vanidad de alcanzar poder o tener la posibilidad de revancha con sus adversarios, mientras el país se hunde en un despeñadero.

Hay problemas que demandan acciones claras, definidas. Nada se hace por mejorar la atención a los ciudadanos, desmontando la negligencia de una burocracia de oficinistas a nivel nacional y seccional que obstruyen o demoran trámites que perjudican a los ciudadanos; ‘crear dificultades para vender facilidades’.

Quienes ejercen una función pública han olvidado que no son dueños del puesto y que su primordial obligación es dar una respuesta rápida y eficiente a los requerimientos ciudadanos.

Tampoco nada se hace por desmontar un centralismo agobiante; en una buena democracia se debe descentralizar y desconcentrar la administración del Estado para agilitar respuestas a las peticiones ciudadanas. En la Constitución vigente se consagra el absurdo de un Estado Central con amplias competencias, se deduce que también existe un Estado periférico.