Cambio democrático en Colombia
El presidente electo, consciente de que Colombia tiene una de las democracias más estables de América Latina, ha buscado sentar, como es lo pertinente, bases sólidas de gobernabilidad
Colombia en elecciones libres y democráticas eligió un gobierno que se identifica como de izquierda, dando un giro político inédito en su historia. Si se recuerda, los dos candidatos finalistas, el electo presidente G. Petro, y su contendor R. Hernández, representaban el anti ‘establishment’, lo cual revela un agotamiento ciudadano por frustraciones al no encontrar respuestas satisfactorias a sus aspiraciones. Igualmente, ambos candidatos, aunque con diferentes visiones políticas, coincidían en ofrecer una lucha frontal contra la corrupción y construir una paz duradera, lo cual se justifica dada la prevalencia del bandolerismo y de grupos guerrilleros que han mantenido en constante zozobra al país desde el Bogotazo de 1948.
Este cambio sin duda preocupa a toda América Latina, dada la tendencia en varios países de elegir gobiernos de esa postura ideológica, que simpatizan con un estatismo autoritario y se alejan de una democracia representativa con equilibrio de poderes. El presidente electo, consciente de que Colombia tiene una de las democracias más estables de América Latina, ha buscado sentar, como es lo pertinente, bases sólidas de gobernabilidad; a eso obedecen los diálogos con líderes opuestos, como el expresidente Uribe o su contendor R. Hernández.
En la tarea de crear confianza y credibilidad ha logrado formar un amplio frente parlamentario, sin que esa actitud y/o diálogos signifiquen sacrificar sus ideas políticas, ni evitar la oposición. Al parecer optará por una línea similar a la de López Obrador en México o Lula en Brasil, que respetan el régimen republicano, y no emprender en una aventura populista totalitaria como las de Venezuela y Nicaragua, que irrespetan los derechos humanos y donde solo existen garantías para partidarios del régimen, en claro deseo de tener un partido único, como sucedía en la Unión Soviética y sucede en Cuba.
El nuevo gobierno tendrá que enfrentar una dura crisis económica y al poderoso narcotráfico, retos que no podrá eludir, al igual que deberá convivir con una oposición radical que tratará de socavar su gobierno. Esperemos no se destruya el Estado de derecho.