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Medardo Mora: Qué conviene al país

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¿Conviene al país una aventura breve con la vicepresidenta interfiriendo en programas en ejecución?

Para quienes priorizamos el futuro del país y no las próximas elecciones, es preocupante la creciente disputa entre el presidente Noboa y la vicepresidenta Abad, que incrementa la incertidumbre que existe. Han abundado análisis jurídicos en los que muchos creen tener la fórmula para resolver la diferencia, pero poco se ha profundizado en sus motivaciones y consecuencias políticas, en un asunto que tiene un indiscutible componente personal, al ser notorio el resentimiento y desconfianza que siente el presidente por la vicepresidenta.

El interrogante es: ¿conviene al país entrar en una corta aventura con el ascenso de la vicepresidenta Abad interfiriendo en programas en ejecución, si ella se ha convertido en un instrumento de la oposición contra el presidente en un acto de indiscutible deslealtad? La mayoría de ecuatorianos saben que por quien votó fue por el presidente Noboa, que escogió como compañera de papeleta a la señora Abad, que para esa mayoría era desconocida.

No se puede esconder que existe un problema con un presidente que sostiene que no necesita pedir licencia y por ello no hará campaña, y una vicepresidenta que sostiene que le corresponde asumir la presidencia. El presidente, por razones de orden ético y legal, debe pedir licencia y hacer su campaña, y la vicepresidenta, por igual ética, desistir de su ambición y renunciar a un cargo al que llegó gracias al presidente Noboa. Esta sería la solución más conveniente para el país y su democracia. De mantenerse la diferencia, compete resolverla a los organismos electorales (Consejo Nacional Electoral y Tribunal Contencioso Electoral); no es competencia de ningún otro organismo ni juez, como el caso de la jueza Vera, que no tenía competencia para resolver esta disputa.

El pronunciamiento de las Fuerzas Armadas fue oportuno y definido, eso ayudó a tranquilizar al país. Las mismas Fuerzas Armadas podrían mediar y buscar una salida a este ‘impasse’.

Este episodio confirma la histórica expresión: “el hombre no le cede el puesto a nadie ni en la cama, ni en el bus, ni en la política”. Habría que agregar por este episodio: y las mujeres tampoco.