Medardo Mora: Culpables o responsables
Es momento de sustituir los yo por un nosotros. La crítica es necesaria pero se deben presentar propuestas
La crisis que vivimos por la inseguridad, el casi nulo crecimiento económico, el desempleo, el déficit fiscal y el aumento de la deuda pública; los jueces que han destruido la confianza en la justicia, los funcionarios que abusan del cargo creando inseguridad jurídica, dibujan la oscura realidad nacional y obligan a la dirigencia política a abandonar sus prácticas de manipulación con mentiras y ‘noticias’ fabricadas que buscan distraer a la ciudadanía de la dura situación que atraviesa.
El país no puede seguir hundiéndose por ambiciones personales que nada aportan a la sociedad. Es legítima la diferencia de ideas y posiciones políticas, pero no se puede favorecer a pequeños grupos interesados únicamente en participar en elecciones buscando alguna canonjía.
Los movimientos políticos son financiadas con recursos públicos, crearlos es un buen negocio; es público que un exasambleísta vinculado a negociados en hospitales, transó un juicio político al CNE a cambio de crear su movimiento. El Consejo Electoral no ha ejercido el debido control sobre estas agrupaciones y ha tolerado ilegalidades para ayudarlos a supervivir. Con movimientos políticos sin doctrinas definidas que no beneficien al país sino a sus minúsculos intereses, se fractura la democracia y proliferan candidatos presidenciales sin antecedentes cívicos y de liderazgo que ameriten dirigir los destinos del país.
Es momento de sustituir los yo por un nosotros. La crítica es necesaria pero se deben presentar propuestas alternativas fundamentadas, razonables, viables y no demagógicas y divorciadas de la realidad, que contribuyan a solucionar los graves problemas que aquejan a la población. No se puede continuar solo buscando culpables, se necesitan responsables que asuman el compromiso de construir un mañana esperanzador que desaliente la migración.
El mensaje aristotélico es claro: la felicidad se logra con esfuerzo y virtudes; sin trabajo y honestidad no se va a ninguna parte.
Es imperativo restaurar la moral pública, como lo hace la fiscal general Diana Salazar. Tolerar el enriquecimiento ilícito es contribuir a destrozar las condiciones de vida de todos.