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Medardo Mora | Discusiones y acciones

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Se demuestra una vez más que a las personas hay que juzgarlas por sus actos y no por lo que dicen

Las elecciones habidas en Venezuela han desnudado a Maduro y su camarilla, la incoherencia entre lo que dicen y hacen. No tienen credibilidad, están usurpando el poder con un fraude escandaloso, probado con actas por la oposición. Irónicamente, el candidato que perdió busca encarcelar al presidente electo por una amplia mayoría.

La izquierda, con cuyo membrete el gobierno venezolano ejerce el poder, ha tenido como discurso y tesis profundizar la democracia; en Venezuela están demostrando lo contrario: autoritarismo, represión, que mienten para llegar al poder. ¿Qué autoridad moral tienen quienes apoyan esa actitud para reclamar respeto a sus propuestas si no les importa la creciente pobreza, sufrimiento, la migración de los venezolanos?

Lo que acontece en Venezuela debe preocupar a todos los países del mundo, sobre todo de Occidente; evidencia la actual disyuntiva: o se apoya la democracia y defienden libertades, o a gobiernos tiránicos cuyo objetivo es alcanzar el poder y enriquecerse deshonestamente, sin importarles la situación de la población, utilizando a las Fuerzas Armadas, comprometidas con la corrupción, para agredir y torturar a gente indefensa. A esa triste realidad ha llegado el gobierno que presidió Chávez y que dejó como heredero a Maduro y su camarilla. Ojalá con la mediación internacional Venezuela recupere su democracia.

El empobrecimiento de amplios sectores sociales, las torrentosas migraciones desde países subdesarrollados, las radicales controversias por creencias religiosas, el avance del crimen organizado financiado por el narcotráfico, hacen que la antigua confrontación entre el comunismo que lideró la Unión Soviética y el capitalismo que lideró Estados Unidos desborden la controversia entre izquierda y derecha heredada de la Revolución francesa del siglo XVIII. El desafío en el presente exige acciones concretas contra la inseguridad, más oportunidades de trabajo, reducir las desigualdades sociales en países como los latinoamericanos y caribeños.

Se demuestra una vez más que a las personas hay que juzgarlas por sus actos y no por lo que dicen.