Medardo Mora | Luces navideñas
Lo que no puede dejarnos de alumbrar es el mensaje profundamente humano de Cristo...
Las restricciones de energía eléctrica han limitado el encendido de luces navideñas en casas y calles, lo que ha restado colorido y luminosidad al ambiente existente en esta época. Sin embargo, lo que no debe dejar de alumbrarnos es el mensaje profundamente humano de Cristo, cuyo nacimiento se recuerda el 25 de diciembre. Este hecho nos deja, como un legado privilegiado, el amor, la bondad, la justicia y la corrección, desterrando todo vestigio de odio, rencor, revanchismo, venganza, violencia y maldad.
Para la cultura del mundo occidental, de la cual forma parte Ecuador, el cristianismo es una doctrina que ha tenido una larga vigencia de más de 2.000 años, respaldada por una gran cantidad de creyentes en la religión católica. Otro episodio de influencia similar en nuestra historia es la Revolución Francesa, que estableció un pensamiento laico con su trilogía de preceptos: libertad, igualdad, fraternidad, amparados en una normatividad jurídica que regula los derechos y deberes, posibilitando una convivencia pacífica y civilizada.
En momentos de honda crisis moral, como la que actualmente vive la humanidad, con guerras que dejan estelas de dolor, muerte, migraciones forzosas y separaciones familiares, las lecciones del cristianismo deben ser no solo creencias, sino también un código de conducta para nuestro diario vivir, haciendo realidad aquella lección dejada por Cristo: “Por sus obras los conoceréis”, juzgando a las personas no por lo que dicen, sino por sus actos. Obviamente, el cristianismo antepone lo espiritual a lo material.
Que en esta Navidad y todos los días prevalezcan la paz, la alegría y la comprensión, recordando la invocación de Cristo a los apóstoles: “Vivan en armonía, no se fijen tanto en los errores sino en las virtudes y los valores de las personas”. Por eso invocaba el perdón a los pecados. Podemos equivocarnos; lo que no es perdonable es la maldad, que es como la cizaña que debe ser combatida para que no termine con lo bueno.
Que esta Navidad nos motive a vivir con honestidad, humildad y solidaridad, “amando al prójimo como a uno mismo”. Cristo se definió siendo solidario con los más necesitados.