Medardo Mora: Necesidad de un acuerdo nacional
La profunda crisis que vive Ecuador, con progresivo deterioro de su institucionalidad, demanda de actores políticos
La profunda crisis que vive el Ecuador, con un progresivo deterioro de su institucionalidad, demanda de actores políticos, empresariales, académicos, regionales, profesionales y sociales, un paréntesis en sus diferencias para, en diálogo franco y frontal, coincidir en objetivos nacionales que favorezcan la gobernabilidad y la estabilidad de la democracia, para mejorar el bienestar de los ecuatorianos.
En la concordia crece lo más pequeño, en la discordia se arruina lo más grande. En momentos de incertidumbre como el actual se deben deponer egoísmos y visiones personales o de grupo y construir acuerdos para combatir la delincuencia organizada, recuperar la confianza en la justicia. La justicia es el pan del pueblo, por ello tiene hambre de justicia. Hay que ponerse de acuerdo en reorganizarla, eliminar o limitar atribuciones del Consejo de la Judicatura, convertido en encubridor de la corrupción. Esta reorganización debe hacerse con cooperación internacional.
Igualmente es imperativa una reforma radical de la proliferación de movimientos políticos, terminar con el CPCCS, organismo que carece de credibilidad y representatividad pero designa funcionarios de organismos de control manoseados políticamente, originando una indetenible corrupción, cuyas evidencias más notorias son los dos últimos excontralores, Pólit y Celi, presos por corruptos. También designa al Consejo de la Judicatura, fiscal general, organismos electorales, superintendentes; tiene muchas facultades y poca confianza ciudadana.
Para llegar a un acuerdo en función del país, conspira la radicalizada lucha entre quienes defienden la democracia con equilibrio de poderes y quienes creen en gobiernos autoritarios como los de Rusia o Venezuela, a lo cual se suma el incontable número de seudoorganizaciones políticas que multiplican candidaturas presidenciales o regionales.
El acuerdo es posible con un liderazgo firme, experimentado, que genere confianza por sus antecedentes de servicio al país y sea convocante. Ese acuerdo es viable si se prioriza el interés del país, e inviable si se anteponen conveniencias personales o de grupo.