Medardo Mora Solórzano: Asamblea y democracia

Si algo debiera hacerse para buscar mejorar la composición de la Legislatura es una profunda reforma al Código de la Democracia
Mucho se comenta sobre el bajo nivel que exhibe la Asamblea Legislativa. No debería preocupar tanto la confrontación que exista, es parte del juego democrático, lo que sí es decepcionante es que se aleje de sus funciones de legislar y fiscalizar y se dedique a tomar resoluciones sin trascendencia, como crear el día del bizcocho u otros, y mucho más preocupante que reparta reconocimientos a cualquier persona, organización o entidad que sugiera algún legislador, incluyendo personas de mala reputación. Eso la degrada y perjudica a quienes por merecimientos hayan recibido reconocimientos, colocando a todos en una injusta y confusa valoración de méritos.
Más grave es aún que la Asamblea vulnere el Estado de derecho, como aconteció en la pretendida pero legalmente inexistente resolución de querer autorizar que se enjuicie a un exvicepresidente de la República y darle una inmunidad que ya no la tiene, al no estar en el ejercicio de sus funciones; cuando lo correcto era observar al juez por tratar de obstruir la justicia pidiendo una innecesaria autorización para continuar un proceso judicial, eludiendo su competencia para juzgarlo. Esa es también una abdicación del poder judicial al autolimitarse en sus atribuciones, lo que debería ser observado al interior de la Corte Nacional de Justicia en defensa del principio de la democracia representativa de la independencia de poderes del Estado.
Si algo debiera hacerse para buscar mejorar la composición de la Legislatura es una profunda reforma al Código de la Democracia, que termine con agrupaciones políticas electoreras, dedicadas a ofertar el número de la agrupación y venderla al mejor postor, que se activan solo en elecciones, en las que son expertas en conseguir votos con ofrecimientos, dádivas e incluso con paga el día de las elecciones.
Deben establecerse condiciones para crear verdaderos partidos políticos con tesis doctrinarias, principios ideológicos, que formen y capaciten a su militancia. Ese monopolio de movimientos políticos que no representan nada hay que eliminarlo. Complementariamente deben elevarse los requisitos para ser legislador.