Medardo Mora Solórzano | Organismos seccionales dependientes
Esta situación es explicable en municipios pequeños, que tienen escasos ingresos, pero injustificable en municipios de ciudades grandes o medianas
Los gobiernos seccionales provinciales y cantonales gozan de autonomía orgánica, administrativa, financiera, pero ante la crisis fiscal que vive el país se quejan del atraso del pago de las alícuotas que les transfieren desde la caja fiscal, lo cual les impide pagar la remuneración de sus empleados y obreros.
Esta situación es explicable en municipios pequeños, que tienen escasos ingresos propios, pero injustificable en municipios de ciudades grandes o medianas, que tienen elevados ingresos por impuestos, tasas o contribuciones, en muchos casos onerosos para los ciudadanos, que no reciben buenos servicios, como lo demuestran los inviernos que inundan calles por la falta de canalización de aguas lluvias o servidas.
Es justo que los gobiernos seccionales participen de un porcentaje de los ingresos que recauda el Estado a nivel nacional, incluso el porcentaje debería ser superior; lo que no es justificable es el mal manejo de sus recursos, eso refleja negligencia administrativa, con el agravante de que por motivos politiqueros los han convertido en agencia de empleos de amigos y/o partidarios, o utilizan sus recursos para una próxima campaña electoral.
La correlación del gasto en la Municipalidad de Guayaquil es demostrativo de que se puede destinar un porcentaje presupuestario limitado para gastos corrientes, como se lo viene haciendo desde la época del exalcalde León Febres-Cordero. Este ejemplo amerita que se audite en qué malgastan sus rentas los organismos seccionales a efectos de corregir distorsiones y fortalecerlos. Al ser los organismos rectores del desarrollo urbano o rural y por su cercanía a los ciudadanos, debieran coordinar las aspiraciones locales con el Gobierno nacional.
Soy un convencido de que si algún cambio transformador necesita el Ecuador es desconcentrar el poder político y descentralizarlo administrativamente, que favorezca un desarrollo armónico y equitativo del país y mejore las condiciones de vida de todos los ecuatorianos. Por la realidad histórica, geográfica y étnico-cultural del Ecuador, el modelo sería una confederación, como la que tan buenos resultados le ha dado a Suiza.