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Medardo Mora | Venezuela entre el caos y el cambio

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...queda por esperar cuál será la reacción de un pueblo que se siente burlado

El mundo estuvo expectante de Venezuela el pasado domingo. Había la esperanza remota de que el gobierno chavista que preside Nicolás Maduro aceptase el resultado electoral y le devolviera la paz al país; más allá del simulacro de elecciones que se había programado, es indiscutible que quienes gobiernan se aferran al poder sin importarles lo que el pueblo piense.

El deseo de cambio y ansias de libertad de la gran mayoría de venezolanos, cansados de observar a su antes próspero país, sumergido en una profunda crisis que ha provocado la diáspora de millones de venezolanos que han emigrado para poder subsistir en otros países en condiciones precarias, explica que en todas las ciudades del mundo donde residen manifiesten su apoyo al candidato de la oposición.

Hermosa lección de civismo patriótico ha dejado esa admirable lideresa, María Corina Machado, que sacrificando su tranquilidad ha batallado sin dobleces por unir a los venezolanos que no quieren que continúe un gobierno que tiene postrada a Venezuela en una situación insostenible. Impedida de participar electoralmente, no desmayó en su lucha por la libertad de su país y buscó un candidato convocante al que le permitieron participar: el diplomático Edmundo González.

El Consejo Electoral dependiente del gobierno declaró ganador a Maduro. Eso era previsible, queda por esperar cuál será la reacción de un pueblo que se siente burlado, al que le han desconocido su voluntad expresada en las urnas, su derecho a vivir en democracia, su humano anhelo de reencontrarse con familiares que debieron salir de su país.

También queda la posibilidad de que sectores de las fuerzas armadas se rebelen contra una cúpula comprometida con la corrupción gubernamental. Al gobierno solo le queda mentir, insultar, reprimir.

La comunidad internacional debe ser clara en su posición. O apoya a la democracia o al autoritarismo en Venezuela, gobernada por una camarilla que ha demostrado que no le interesa el bienestar de la población y que no cree en la libertad que tanta sangre costó históricamente a la humanidad.

Los organismos internacionales y gobiernos democráticos deben tener una actitud definida y evitar que avance el caos.