América Latina y su drama democrático
Este subcontinente ha sido muy fértil en producción literaria, en discursos efervescentes, vacíos, populistas
El mapa político de América Latina tiene ribetes de drama. Crecen la inseguridad, la migración desesperada, la justicia no es confiable; todo drama tiene como desenlace algo cómico o trágico.
Este subcontinente ha sido muy fértil en producción literaria, en discursos efervescentes, vacíos, populistas, pero poco hizo por construir un futuro estable que beneficie al conjunto de su población. Son escasos los líderes políticos, historiadores o escritores patriotas que han obrado pensando en el bienestar de su país, sin dejarse arrastrar por la burbuja demagógica, contestataria, coyuntural, y que fueron firmes en sus ideales, convicciones y principios. Por eso su legado trascendió y contribuyó a una convivencia con vestigios democráticos.
Un país necesita un buen líder, que sea convocante, que una lo que otros desunen. Es como un barco, debe tener un buen capitán para que no vaya a la deriva.
El drama del Ecuador se ha reducido a defender lo menos malo, renunciando a luchar por un país más unido y de más bienestar para todos.
Al margen de la etiqueta política que exhiben gobiernos de turno, prevalecen disputas que bordean el canibalismo. El propósito es ganar elecciones y usufructuar el poder con parientes, amigos o partidarios. Se llega al extremo de que si miente o roba un partidario está justificado.
Se han destrozado valores que impiden distinguir lo justo de lo injusto, lo honesto o deshonesto, verdad y mentira, lo real o aparente, lo lícito o racional y lo ilícito o falso.
Se utiliza como estrategia la confrontación para entusiasmar partidarios. Hay ausencia de un plan para lograr una mejor democracia. No existe sinceridad, autenticidad. Así no se puede generar gobernabilidad, el costo de la improvisación y errores los paga el país.
En Chile, con gobiernos de concentración se priorizaron intereses nacionales, se fortaleció su democracia y alcanzó mayores niveles de desarrollo en la región. Uruguay y Costa Rica también exhiben madurez democrática. En cambio hay gobiernos autoritarios que olvidan la democracia occidental para aliarse a intereses políticos ajenos a nuestra idiosincrasia y tradiciones.