América Latina y su encrucijada
"Hay que construir un mejor país, fortalecer su institucionalidad, atacar las causas de los diversos y heterogéneos problemas que interactúan socialmente, combatir la demagogia, fuente de mentiras y corrupción"
América Latina vive una encrucijada, una polarización política que enfrenta a quienes reivindican un rol preponderante del Estado en perjuicio de las libertades individuales (casos Venezuela y Nicaragua), que en la práctica persiguen instalar un gobierno autoritario que utiliza el poder en beneficio del grupo gobernante. Esa posición obliga a quienes están en desacuerdo a unirse en defensa de la frágil democracia.
¿Cómo superar este antagonismo que afecta la seguridad jurídica como sustento de una democracia? Hay que construir un mejor país, fortalecer su institucionalidad, atacar las causas de los diversos y heterogéneos problemas que interactúan socialmente, combatir la demagogia, fuente de mentiras y corrupción, como lo señalaba Stefan Zweig; depurar la administración de justicia y organismos de control aliados de la impunidad. Eso demanda un gobierno de ideas claras, liderazgo vigoroso, no sectario ni dogmático, conocedor de realidades. Sin aceptar las causas y el escenario en que se actúa, es difícil alcanzar credibilidad y confianza para impulsar un proyecto sustentable.
Las protestas y graves disturbios de octubre/2019 replicados en Chile y actualmente en Colombia, son verdaderos actos de insurrección que desafían al poder legítimamente constituido en elecciones libres. Es indiscutible que se han deteriorado las condiciones de vida de un creciente porcentaje de la población, hay falta de oportunidades, estándares de vida establecidos influidos por un desenfrenado consumismo. Eso provoca descontento, angustias, una condición psicológica que los conduce a pensar que son desiguales, sin opciones de satisfacer aspiraciones; cultivan un malestar que se manifiesta en actos exaltados, agresivos. Se prefiere luchar por lo incierto, destruyen bienes públicos o privados atizados por politiqueros o bandas delincuenciales que buscan pescar a río revuelto.
Perú eligió nuevo presidente, prevaleció el voto en contra; más que un ganador hubo un candidato perdedor. Las reglas electorales deben cambiar. No se puede obligar a la mayoría a escoger entre candidatos con respaldos minoritarios, eso destruye la democracia.