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Corrupción irrefrenable

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Las empresas públicas monopólicas no tienen competencia que las obligue a ser eficientes.

Las denuncias por el pícaro manejo de las empresas públicas evidencian la descomposición moral que vive el Ecuador. Los cargos públicos han dejado de ser un honor para servir a los ecuatorianos, actualmente prevalece el afán de enriquecerse con recursos públicos a costa de empobrecer a los demás.

Es repugnante saber cómo se ha negociado con medicamentos o entregado hospitales como cuotas políticas, afectando a quienes necesitan ayuda estatal para atender su salud; eso es miseria humana. Para complementar el deshonesto proceder de quienes lucran sin ningún pudor, estos delincuentes gozan de protección judicial; no hay sanciones y tampoco se recupera el dinero con el que han saqueado al país, el cual disfrutan impunemente.

Sobran denuncias de actos descarados de corrupción y no pasa nada, los pillos se burlan de los honestos. Negociados de miles de millones de dólares como los de la Refinería del Pacífico, la repotenciación de la Refinería de Esmeraldas, la preventa de petróleo, la construcción de hidroeléctricas, el saqueo al IESS - al que tienen al borde de la quiebra por la construcción de hospitales o la multimillonaria tercerización de la prestación del servicio de la salud-, la construcción de carreteras con sobreprecios, las costosas escuelas del milenio, la construcción de edificios y equipamiento de la Función Judicial, son ejemplos de cómo se han festinado los dineros fiscales sin condenar a los autores de estos reprochables delitos, muchos de los cuales se conocen gracias a la justicia de EE. UU.

Las empresas públicas monopólicas no tienen competencia que las obligue a ser eficientes y se han convertido en un botín manejado por personas de confianza del gobierno de turno. Lo que sucede no es nuevo; si se hiciera una investigación de años atrás se encontrarán delitos de peculado, concusión, cohecho, enriquecimiento ilícito, cuya acción y sanción para perseguirlos son constitucionalmente imprescriptibles.

El presidente Lasso ofreció pedir apoyo a la ONU para combatir la corrupción, pero no lo ha hecho, ni existen políticas cohesionadas de entidades de control del Estado contra la corrupción.