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Derroche, gastos innecesarios

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Es con este tipo de acciones concretas, erradicando vicios enquistados en la administración pública, que es posible empezar a cambiar el país

El presidente de El Salvador, N. Bukele, dijo una gran verdad: “cuando se usan correctamente fondos públicos, alcanza para todo”. No obrar con ese criterio origina la corrupción y el alto déficit fiscal que tiene el país. Un uso cuidadoso de los ingresos que recibe el Estado mejoraría la situación económica del Ecuador y sus habitantes, y habría servicios públicos a menor precio y más eficientes.

El manejo de recursos fiscales exige mayor celo que el del dinero propio; austeridad y ahorro deben ser los pilares fundamentales del gasto público. Ese no es el comportamiento, salvo excepciones, de instituciones y funcionarios públicos en el país. Lo denunciado en la Asamblea Nacional contratando alimentación a precios exagerados, no se compadece con la crisis que sufre el país, poniendo de relieve un notorio despilfarro que hace presumir que el sobreprecio es para coimas a quienes contratan o autorizan el pago.

Al tratar de explicar lo injustificable, funcionarios de la Asamblea afirmaron que otros organismos estatales contratan estos privilegios a mayor precio. Aquello demanda una severa indagación de los organismos correspondientes. Es inaceptable que estas incorrecciones no se aclaren, corrijan y sancionen.

No se puede pedir más sacrificios al país mientras continúa el dispendio de recursos públicos. Hay que eliminar gastos innecesarios, limitar al máximo algunos, como viáticos y /o subsistencias, que están legalmente regulados. Por eso es extraño que se diga que se ha pagado hospedaje a la presidenta de la Asamblea, que tiene el legítimo derecho de percibir viáticos o subsistencias establecidos, y con esa subvención hospedarse en el hotel que elija y comer en el sitio que le apetezca.

Lo prioritario no es aumentar ingresos sino controlar gastos. Por ahí debió comenzar el Gobierno. Hay que frenar abusos y excesos, como la contratación de consultorías o asesorías costosas e innecesarias, eliminar organismos superpuestos que duplican funciones, buscar sanear el déficit fiscal. Es con este tipo de acciones concretas, erradicando vicios enquistados en la administración pública, que es posible empezar a cambiar el país.