Diálogos y objetivos

El país requiere de un diálogo sincero entre el Parlamento y el Gobierno, que sepulte la creencia de que desde la función Legislativa se bloquea la gestión del Ejecutivo
Después de más de un año de gobierno se están dando diálogos con la Asamblea Nacional y las comunidades indígenas, lo deseable sería que se lo hiciera también con otros actores sociales. El diálogo es fundamental en la construcción de una buena democracia, pero para que sea beneficioso para el país debe tener objetivos claros y definidos, sin demagogia; no debe constituirse en un mecanismo de dilación de conflictos mediáticos que en poco o nada contribuyen a superar los críticos problemas que vive el país. Se conversa para buscar coincidencias entre sectores heterogéneos que eviten la excesiva fragmentación social.
El país requiere de un diálogo sincero entre el Parlamento y el Gobierno nacional, que sepulte la creencia de que desde la función Legislativa se bloquea la gestión del Ejecutivo. La oposición es legítima y necesaria en un régimen democrático, pero no puede convertirse en un factor de perturbación de planes que venidos desde el oficialismo sean convenientes para el conjunto de la población, como sería el caso de viabilizar el flujo de inversiones internas y externas; eso hay que facilitarlo, obviamente protegiendo los intereses nacionales. Igualmente, expedir normativas que favorezcan el empleo sin menoscabar los irrenunciables derechos de los trabajadores consagrados en el Derecho Laboral.
Con iguales criterios deben mantenerse los diálogos con la dirigencia indígena acordados después del último paro de junio. Entre los puntos a tratarse hay algunos de alta sensibilidad y compleja solución, pero si las partes obran con transparencia y se dejan a un lado cálculos politiqueros, pudieran obtenerse resultados halagadores que sienten las bases de un encuentro entre ecuatorianos, sobre asuntos que siempre provocaron hondas diferencias entre diversos sectores y que obstaculizaron la posibilidad de implementar políticas públicas de largo aliento favorables al desarrollo del país y al bienestar de los ecuatorianos.
Esperemos que el presidente Lasso aproveche la oportunidad de estos diálogos y pueda contarle a los ecuatorianos los verdaderos propósitos y fines que persigue su gobierno.