Discursos o soluciones

Ser frontal y enfrentar con objetividad y sin sesgos la realidad es el desafío. Refugiarse en lo que uno cree que tiene una alta dosis de subjetividad es lo que incide en el deterioro de la democracia
Nada demuestra mejor lo que uno dice que lo que hacemos, esa es la lección que filosófica, bíblica y literariamente, enseña la historia.
El filósofo Aristóteles sostenía que “las acciones generan más confianza que los discursos”; Cervantes en su obra El Quijote nos legó: “hechos y no palabras”; el mensaje cristiano advierte: “por sus obras los conoceréis”; es decir, nuestro comportamiento, cómo actuamos, ser sinceros y honestos, evidencia lo que somos. Engañar o maquillar verdades es deshonesto.
En la política populista a la que es tan proclive América Latina, se embriaga a los pueblos de ilusiones con ofertas o dádivas aparentemente generosas, hechas con recursos públicos pertenecen a todos, esquivando dar repuestas definidas a los complejos problemas que aquejan a la sociedad; es el mecanismo usado para seducir a quienes de buena fe creen lo que escuchan. El demagogo sabe que a la gente le gusta oír lo que le conviene y no lo que debe oír; es duro decir la verdad y mucho más decírsela al que no quiere oírla.
Ser frontal y enfrentar con objetividad y sin sesgos la realidad es el desafío. Refugiarse en lo que uno cree que tiene una alta dosis de subjetividad es lo que incide en el deterioro de la democracia, afectando al conjunto de la población, que se siente desengañada y pierde la confianza en dirigentes que anteponen sus intereses o de su grupo al bien común.
Los grandes gobernantes trascendieron porque fueron firmes en sus principios y convicciones, privilegiaron la acción de permanente beneficio social a la retórica hueca, pasajera. Los gobiernos mediocres se reducen a detallar la entrega de asignaciones presupuestarias como logros, mientras la pobreza, el desempleo, las desigualdades, la corrupción, siguen imparables. Ocultan su obligación de administrar eficiente y austeramente los recursos fiscales, de buscar el bienestar de la sociedad, proporcionar seguridad, atención a la salud, buena educación, seguro social, vivienda, servicios básicos a precios accesibles, vías de comunicación, crédito y asistencia técnica al sector productivo, entre las principales prioridades.