Premium

Justicia manipulada

Avatar del Medardo Mora

El cambio en la justicia comienza por respetar su independencia, lo que demanda jueces probos y no manipulables. El país está asqueado de jueces venales’.

La Función Judicial fue siempre la cenicienta de los poderes del Estado, nunca escapó a la influencia de gobiernos y parlamentos de turno, que anteriormente designaban a los magistrados de la Corte Suprema de Justicia (actual Corte Nacional). Hubo el cuidado de nombrar juristas que no se prestaban para ser manejados como títeres por quienes detentaban el poder, había respeto por el imperio de la ley y la majestad del cargo de magistrado de justicia; las incorrecciones eran una excepción.

La justicia es fundamental en un Estado de derecho, la que dirime a través de una recta aplicación de la ley las controversias entre instituciones, entre personas e instituciones e interpersonales; es la llamada a garantizar seguridad jurídica al conjunto de la población.

Eloy Alfaro con su visión de estadista sostenía: “si falla la justicia se viene al suelo ese edificio llamado nación”.

Actualmente existen 3 organismos de nivel nacional encargados de administrar justicia: la Corte Constitucional, que interpreta la Constitución, a la cual le compete establecer el alcance y límites de esa ley jerárquicamente superior; la Corte Nacional de Justicia, como tribunal de última instancia, que expide jurisprudencia para la resolución de casos análogos; y el Consejo de la Judicatura, como ente de administración y disciplina. A estos organismos corresponde señalar el derrotero por donde debe transitar la administración de justicia, los llamados a dar ejemplo y demostrar que su gestión es confiable para la ciudadanía. Existe como representante de la vindicta publica la Fiscalía General.

Penosamente hay actuaciones escandalosas de jueces o fiscales groseramente abusivos, que crean inseguridad jurídica, protegen la corrupción y la delincuencia. Hay audios que evidencian a miembros del Consejo de la Judicatura respondiendo a pedidos del Gobierno, fallos judiciales torcidos dados por influencias políticas o sobornos. Eso destruye la democracia y hace tambalear el régimen de derecho.

El cambio en la justicia comienza por respetar su independencia, lo que demanda jueces probos y no manipulables. El país está asqueado de jueces venales.