Modesto Apolo: La ética en la política
El deber ser de la ética en la política es construir sociedades justas y equitativas
En días pasados leía en este diario el titular: “Algunos legisladores no tributan al Estado que servirán”. Recordé los escándalos de exasambleístas con carnés de discapacidad truchos, la corrupción en el correísmo, etc., lo que evidencia que, en muchos casos, la ética es una ficción en la política ecuatoriana. Pero, ¿qué tan importante es la ética en la práctica política y el papel que está llamada a desempeñar en la misma?
La ética es fundamental, ya que establece las normas morales que guían el comportamiento de los líderes y garantizan la integridad del sistema.
El deber ser de la ética en la política radica en promover la transparencia, la honestidad y la justicia para construir una sociedad basada en valores sólidos, esenciales para fomentar la confianza ciudadana.
Los líderes políticos deben ser transparentes en sus acciones y decisiones, proporcionando información clara y accesible, fortaleciendo la legitimidad del gobierno, y empoderando a los ciudadanos al tomar decisiones informadas.
La honestidad implica la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace; esto es, cumplir sus promesas y actuar con sinceridad, fortaleciendo la credibilidad, contribuyendo a la estabilidad y cohesión social.
En la política, la justicia se relaciona con la equidad y la igualdad, ya que exige que las decisiones se basen en principios justos, considerando el bienestar de todos los ciudadanos, por eso los líderes deben asumir la responsabilidad por sus acciones y decisiones. Esto promueve la rendición de cuentas y evita la impunidad, elementos cruciales para una democracia saludable.
En conclusión, el deber ser de la ética en la política es construir sociedades justas y equitativas, para lo cual la transparencia, honestidad, justicia y responsabilidad son principios fundamentales que deben guiar a los líderes políticos en su labor. Solo así se construye y mantiene una democracia sólida y comprometida con el bienestar de todos sus ciudadanos.
Quizás el problema de la política ecuatoriana es que ha sido huérfana de verdaderos líderes, pero prolífica en caudillos y oportunistas.