Modelo centralista mafioso
Históricamente, el IESS ha sido la caja chica de gobiernos centralistas, al echarle mano al ahorro privado para que forme parte de la pensión jubilar mensual del jubilado.
“Depositando el jornal en saco roto,” es una frase bíblica aplicable al dinero que los trabajadores y empleadores aportan al IESS, eternamente quebrado.
Históricamente, el IESS ha sido la caja chica de gobiernos centralistas, al echarle mano al ahorro privado (realizado con el aporte de trabajadores y empleadores) para que forme parte de la pensión jubilar mensual del jubilado, la cual estos ven desvanecerse al igual que sus ahorros por acción del voraz e ineficiente Estado centralista.
Imposible olvidar la imagen de ancianos muriendo en las afueras del edificio del IESS, en huelga de hambre, reclamando al gobierno central la devolución del dinero de sus pensiones jubilares; reflejando el fraude del buen vivir, traducido en miseria humana por toda una vida.
Similar situación sucede en el plano de la salud, en el cual el Estado centralista hace caridad con dinero ajeno, esto es, con el dinero de los prestadores privados del servicio de salud, a los que les pagan tarde o nunca. He ahí la razón de las abultadas deudas estatales con Solca, Junta de BeneficenciaJ, Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, etc., evidenciando el indolente latrocinio centralista, en desmedro de la salud y del adulto mayor.
Se dice que cualquier tiempo pasado fue mejor y así resulta si nos retrotraemos a marzo del 2008, cuando existía el seguro de ahorro y salud municipal Prevenir, el cual tenía un costo de $ 36 dólares, de los cuales $ 25 eran destinados a un fondo de ahorro y los $ 11 al plan de salud, incluido el tratamiento contra el cáncer, ratificando que el modelo de competencias descentralizado ejecutado por Guayaquil es exitoso.
Nuestra ciudad debe enarbolar una vez más la bandera celeste y blanca, relanzando en su bicentenario el grito de “Guayaquil por Guayaquil, y Guayaquil por la patria”, retomando su naturaleza federalista, exigiendo en el camino mayores competencias descentralizadas, como la de la seguridad social (art. 104 de la Constitución), para servir mejor a los guayaquileños y mostrar la senda al resto de ecuatorianos, con la finalidad de liberarse del centralismo voraz y mafioso.