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Modesto Gerardo Apolo | Código laboral reformado o nuevo

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Lo cierto es que es una necesidad inminente y que un nuevo cuerpo legal es lo más conveniente

Nuestro Código de Trabajo, el 5 de agosto cumplirá 86 años de haber sido expedido por primera vez. Su normativa tomada mayoritariamente del Código Laboral Mexicano, surgido bajo la influencia de las reivindicaciones perseguidas en la Revolución Mexicana (1910-1920), donde ante las desigualdades y explotación a los trabajadores agrícolas frente a los terratenientes y/u obreros, por parte de los empresarios, dieron como resultado un sobreproteccionismo en favor de la clase obrera por parte del Estado, que con el pasar del tiempo inclinó la balanza a tal punto que el sindicalismo convertido en actor político incurrió en una suerte de chantaje, tanto en el sector público como en el privado.

De 1938 a la fecha han sido muchas las reformas que ha tenido nuestro Código Laboral, convertido en verdadera colcha de retazos, arcaico para la época actual, donde muchas de las actividades anteriormente consideradas propias del trabajo, han pasado a ser consideradas, en la actualidad, como servicios especializados; más aún en un mundo globalizado.

Hoy en día bajo la óptica de la globalización, y ante la posibilidad del teletrabajo y el surgimiento de la oferta de servicios profesionales por parte de los denominados ‘nómadas digitales’, quienes pactan sus honorarios incluso con criptomonedas; el surgimiento de la inteligencia artificial y la robótica, evidencian que nuestra legislación laboral requiere ser elaborada desde cero, considerando la realidad actual.

Pretender reformar nuestro vetusto Código Laboral para regular situaciones propias del primer cuarto del siglo XXI es como pretender modernizar a un vehículo de 1938, cambiando mecánica, electrónica, etc. El resultado será que seguiremos teniendo un carro de 86 años, más caro que uno nuevo, totalmente ineficiente.

Sin duda el tema laboral ha sido, es y será un tema delicado para todo gobierno, sea de izquierda o derecha. En nuestro caso han pasado dos décadas en la discusión de si es necesaria una reforma o una nueva legislación. Lo cierto es que es una necesidad inminente y que un nuevo cuerpo legal es lo más conveniente.