Modesto Gerardo Apolo | El libreto de la impunidad
Entonces, ¿qué hay tras la candidatura de José Serrano y su posterior declinación?
La semana antepasada llamaba la atención que de los 17 binomios presidenciables José Serrano (hombre duro en el correísmo) corra contra sus coidearios.
En reciente aparición manifestaba que “fue obligado a declinar su candidatura”, por parte de la presidenta del CNE, Diana Atamaint, quien según Serrano obedecía órdenes del presidente Noboa para impedir la inscripción de su candidatura, basándose en lo dispuesto en el reglamento a la aceptación a candidatura de la presidencia de la República en su art. 9 y transitoria segunda, que obliga a los precandidatos a concurrir de manera presencial y personalísima a las instalaciones del CNE, a aceptar la postulación.
Dicha disposición no es nueva, recordemos el bochornoso episodio mediante el cual Rafael Correa, desde una tablet pretendió inscribir su candidatura, habiendo sido rechazada por no cumplir con la normativa legal.
Serrano manifestaba que a Noboa no le interesa luchar contra el narcotráfico y la inseguridad. Sin embargo, el mayor golpe contra las bandas delincuenciales, terroristas, en lo económico como en la desarticulación de dichos grupos, capturando sus miembros y cabecillas, ha sido el actual gobierno. No así en el correísmo, que en lugar de combatirlos los legalizó, dándoles personería jurídica y haciendo asambleístas a algunos de sus miembros, como el caso de los Latin Kings y Ronny Aleaga.
Entonces, ¿qué hay tras la candidatura de José Serrano y su posterior declinación? Los sucesos develan que el objetivo es remarcar la hipótesis de la persecución política para obtener la revisión de los juicios en que sentenciaron a Correa y Glas, procurando además debilitar las investigaciones en los casos Purga, Metástasis, Sobornos, etc. Tal cual como lo intentara Wilman Terán en su comparecencia ante la Asamblea y en la Judicatura, donde inspirado desde las estrellas, histriónico como caricatura de Hitler, dijo estar arrepentido de haber caído en el juego para condenar a Correa.
Los hechos dejan en claro que el de Serrano es un capítulo más del libreto de ‘la persecución política’, cuyo epílogo pretende ser la impunidad.