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Modesto Gerardo Apolo | Verdugos insensatos

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Una sociedad saludable no se construye únicamente sobre la base de derechos sino también de responsabilidades

En las últimas décadas, el debate sobre los derechos y responsabilidades de los menores de edad ha adquirido relevancia en la agenda legislativa ecuatoriana.

Haber otorgado libertad sexual a menores a partir de los 12 años, permitirles a los 16 años elegir autoridades de elección popular, y otorgarles responsabilidad penal solamente a partir de los 18 años es una estupidez digna de aquellos que únicamente piensan en las futuras elecciones en lugar de legislar para proteger a las futuras generaciones. Además, en realidad poco o nada les interesa volver vulnerables a los niños al ser utilizados por bandas delictivas, justamente explotando dicha inimputabilidad, ventaja otorgada por ser menores de edad.

Solo así podremos entender el porqué de una ‘escuela’ de sicarios y descuartizadores, montada para los menores de edad reclutados por las bandas delincuenciales, para las cuales los niños delincuentes son desechables.

En una investigación noticiosa se determinó que las organizaciones de delincuencia organizada ofrecen a los menores $ 4.000 trimestrales, más casa y comida.

El impacto que causa en la sociedad este accionar legislativo perverso e insensato es de proporciones inimaginables al permitir la formación de generaciones deshumanizadas, desquiciadas, anarquizadas y corruptas.

La falta de límites claros, la inexistencia de rigidez legal y disciplina férrea, a más de la obligación de asumir la responsabilidad de los actos y sus consecuencias, genera una cultura de impunidad en la sociedad, perpetuando así una narrativa en la que los derechos están desvinculados de las consecuencias, socavando la construcción de generaciones maduras y responsables.

Una sociedad saludable no se construye únicamente sobre la base de derechos sino también de responsabilidades.

Solo así protegeremos de manera real y efectiva a nuestros menores. Solo así, formaremos ciudadanos honestos, ciudadanos de bien que velarán por una sociedad justa, de bienestar, seguridad y progreso; rechazando a los insensatos narcopolíticos populistas, verdaderos verdugos de nuestros niños.