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Modesto Apolo: RC5 tras la impunidad

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Es imperativo que la sociedad, en redes sociales, realice presión en contra de la corrupción

En la política ecuatoriana la transparencia y la ética deberían ser pilares fundamentales. Sin embargo, ciertas bancadas dentro de la Asamblea, pareciera que los desconocen o no les interesa su práctica.

Recientemente hemos visto cómo algunos asambleístas de RC5 han recurrido a recursos alejados de la legalidad y de lo reglamentario, con la finalidad de, con la ayuda de cierta narcoprensa y troles, afianzar la hipótesis de persecución política contra sus líderes sentenciados por diversos delitos, siendo su objetivo lograr la revisión, nulidad de sus sentencias, alcanzando la tan deseada impunidad. Ejemplo de aquello, la intervención disparatada de Wilman Terán, tanto en el juicio político cuanto en el proceso llevado por la Fiscalía; mantener un escrutinio riguroso sobre las acciones de estas organizaciones convertidas en brazo político de sus aliados, corruptos, incluyendo a miembros de los GDO, como el caso de los Latin Kings y otros a los que paso a denominar ‘grupos juveniles urbanos’, esos mismos que serían luego los CDR -Células de Defensa de la Revolución Ciudadana-. De esos grupos salieron personajes como el Patrón Leandro Norero y el ‘Ruso’ Ronny Aleaga, que fue hasta hace poco su asambleísta, hoy prófugo en Venezuela.

Esta clase de políticos no solo debilitan la confianza de la ciudadanía en las instituciones sino que también perpetúan un ciclo de impunidad que mina la democracia. Por eso, mientras este tipo de asambleístas continúen con sus argumentos sesgados, convertidos en verdadera apología del delito en favor de la impunidad de sus líderes sentenciados, la justicia y la democracia serán una ficción; la paz y la seguridad una quimera.

Es imperativo que la sociedad, en redes sociales, realice presión en contra de la corrupción y de la manipulación de estos grupos narcopolíticos delincuenciales, repudiando públicamente esta actuación contraria a la ética y la legalidad, liberándonos en las urnas, de una vez por todas, de tiendas políticas que con su accionar se convierten en verdaderas organizaciones políticas de delincuencia organizada o GPDO.