¿Ecuador federal? ¿Por qué no?
El federalismo otorga a cada municipio la posibilidad de generar sus propios tributos, leyes; su propio ejecutivo, legislativo y judicial.
La pluriculturalidad ecuatoriana en lo étnico, en lo político y social es una realidad dadas las características propias de cada una de sus provincias y regiones.
Aquella frase “Guayaquil Independiente” surge y resurge, como protesta contra las actuaciones atentatorias contra los intereses de los guayaquileños y de nuestra ciudad por parte del gobierno central. Evidencia de lo manifestado son las cuatro marchas convocadas por el exalcalde Nebot en defensa de los intereses de Guayaquil y los guayaquileños; la primera de ellas, la denominada marcha blanca, contra la desatención del régimen a las necesidades de la ciudad, en el gobierno del expresidente Gutiérrez, y las tres restantes, en la década de la dictadura correísta, donde el resentimiento y los complejos del tirano de la época se dirigieron para debilitar a aquel que se constituyó en el bastión de la oposición.
Los acontecimientos del “octubre negro”, las acciones tomadas por Guayaquil, cuestionadas por algunos, nos ponen en el escenario de reabrir el debate sobre la conveniencia o no de abandonar el sistema unitario de gobierno y sus autonomías, para pasar al régimen de Estado federado, para lo cual es indispensable la reforma de la Constitución mediante Asamblea Constituyente.
Uno de los mayores problemas sufridos en la década correísta fue la concentración del poder, la cual dio paso a los excesos, corrupción y abusos que huelgan ser comentados. Dicha concentración responde al modelo unitario de gobierno, situación contraria a la que sucede con el modelo federalista, en el cual existe un verdadero reparto del mismo, en el que una parte lo tiene el Estado central y las otras los estados miembros, con sus propias constituciones, a más de la constitución federal.
El federalismo otorga a cada municipio la posibilidad de generar sus propios tributos, leyes; su propio ejecutivo, legislativo y judicial; así, cada federado escogerá su modelo de gestión político y económica, asumiendo la responsabilidad de su éxito o fracaso.
Dadas las circunstancias cabe preguntarse: ¿Ecuador federal? ¿Por qué no?