El efecto Pigmalión

Y después nos quejamos de la sociedad en que vivimos
Se denomina efecto Pigmalión al predominio que una persona puede tener sobre otra con base en la imagen que esta tiene de aquella; así, las creencias del primero, influyente, podrán influir en el rendimiento o proceder del otro u otros, influenciados, confirmando por tanto la certeza del proceder del influyente. Tal efecto es de tener en cuenta para tratar de entender el descontrol social y la responsabilidad de las autoridades sobre el mismo.
El comportamiento antiético, disfrazado de protesta o rebeldía de ciertos políticos contra el sistema, es también corrupción; sin embargo, para mimetizarlo, era necesario confundir los conceptos de valor (referente ético), y precio (referente al mercantilismo), donde todo y todos están a la venta al mejor postor. Es así como se compran votos y otorgan amnistías en la Asamblea, se cotizan fallos en la Corte, cargos en los gobiernos, etc.
Casos emblemáticos como los del general Gabela, el del asesinato de Fausto Valdiviezo, los de asociación ilícita contra Correa y Bucaram, donde la justicia fue convenientemente ineficiente e ineficaz, permitiendo dejar en el olvido, sin castigo, a los verdaderos responsables, autores intelectuales de tales delitos y manteniendo incólumes a los venales administradores de justicia, o la amnistía de la Asamblea a los vándalos golpistas de octubre, son ejemplos de lo manifestado.
Es lamentable que ante la evidente ineficiencia y corrupción que campea a lo largo y ancho en casi todas las instituciones del aparato estatal ecuatoriano, sea un gobierno extranjero, el de los Estados Unidos, el que destaque la evidente corrupción, recurriendo al único mecanismo al que puede acudir sin interferir en los asuntos internos propios de otro Estado, sin afectar la soberanía; utilizando herramientas como el retiro de visas a los evidentemente inmersos en actos de corrupción, absueltos por una justicia cotizable y por una sociedad influenciada por comportamientos de abuso nada ajenos al poder, ya sea político y/o económico. Todo gracias al efecto Pigmalión.
Y después nos quejamos de la sociedad en que vivimos.