El imperio del terror

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El Ecuador no debe ser nuevamente gobernado por carteles de la corrupción; se requiere un gobierno firme, respetuoso de la ley...

La percepción que tenemos del término imperio, generalmente se refiere al poder económico resultante de la acumulación de riqueza, sin reparar su origen; es esa línea gris entre lo legal e ilegal, donde la corrupción y la anarquía se convierten en elementos vitales del poder del tirano, para quien la ley es válida en tanto en cuanto sirva para sus propósitos, caso contrario le resulta ineficaz, gracias a ciertas autoridades venales para las cuales el peso de la ley se refiere al peso a contrastar en el plato de la balanza, ponderando económicamente entre impunidad y el beneficio económico del mercachifle de la justicia.

El Ecuador convertido en narcorepública los últimos 14 años, vive la guerra interna de organizaciones delictivas, con aumento exponencial del tráfico y consumo de drogas y del sicariato; síntomas inequívocos del Imperio del Terror, agravado por el desarme de la ciudadanía y la desarticulación de instituciones llamadas a la lucha contra el hampa organizada; esa es la herencia que nos dejó el correato.

La anarquía como instrumento de las organizaciones delictivas en su guerra por la hegemonía territorial, se consolida con la compra de autoridades y control de los centros penitenciarios; solo así podemos entender, no aceptar y menos justificar, las matanzas en los centros penitenciarios y a políticos delincuentes en sus casas con grilletes electrónicos.

Mafiosos y políticos corruptos levantaron imperios económicos en los últimos 14 años gracias al lavado de activos en países del socialismo del siglo XXI; por eso a los carteles internacionales delictivos les interesa recuperar y expandir su influencia en las viejas y nuevas narcorepúblicas, invirtiendo en futuros gobernantes o en tumbar gobiernos adversos.

El Ecuador no debe ser nuevamente gobernado por carteles de la corrupción; se requiere un gobierno firme, respetuoso de la ley, defensor de la institucionalidad y que luche por una sociedad justa, libre del imperio del terror generado por las mafias políticas y los carteles delincuenciales que pretenden convertirnos en Sinaloa y su imperio del terror.