Inseguridad, tiburón y rémora

Quienes legislan en favor de la delincuencia y quienes reparten impunidad desde sus juzgados son cómplices de la delincuencia
Ya no sorprende, indigna el descaro, la desvergüenza, hasta la insolencia de nuestros jueces, al liberar con ligereza a delincuentes reconocidos, reincidentes en su conducta antisocial, capturados en delito flagrante.
Muchos jueces se escudan en el miedo. Tras aquello de “plata o plomo”, algunos han escogido la plata, en lugar de dejar la Función Judicial y ejercer la abogacía desde la vida civil, tal cual sucede con aquellos pequeños emprendedores, medianos comerciantes y grandes empresarios, que prefirieron cerrar sus negocios antes que sucumbir ante los vacunadores o claudicar sus principios éticos y/o morales.
Quienes legislan en favor de la delincuencia y quienes reparten impunidad desde sus juzgados son cómplices de la delincuencia. Jueces con mansiones a nombre de parientes o amantes, o a nombre de compañías ‘offshore’, llevando vida de millonarios, es secreto a voces.
Aquellos que son llamados a ser los custodios como operadores de justicia a través de la aplicación de la ley, la tuercen para servir al partido al que le deben la designación, o la rematan al mejor postor. Y es que no se trata de valores como ética o moral, se trata del precio, de “cuánto hay”.
La inseguridad se fortalece en una sociedad cuyos entes de control, de seguridad y justicia están contaminados con la corrupción.
La inseguridad se consolida en una población carente de trabajo, gracias a una legislación laboral retrógrada, caduca, que espanta la inversión; falta de trabajo que obliga a parte de la población a enrolarse al servicio de las bandas organizadas, gracias a la narcopolítica, que permite y de hecho incentiva la propagación de los negocios propios del narcotráfico, sus actividades conexas y crear las condiciones para que éstos obtengan mano de obra barata, donde la relación laboral irregular termina con la muerte del trabajador. No existe mayor explotación que esa; sin embargo, con esa nadie se mete, no la regulan en la Asamblea, ni la combaten los entes gubernamentales competentes.
La inseguridad se alimenta de la impunidad, como la rémora se alimenta de las sobras del tiburón.