Populismo, opio del pueblo

Mientras el pueblo se mantenga pobre y con esperanzas, lo justifica todo, gracias al paternalismo populista, opio del pueblo.
Con el pasar de la historia, en los países donde los caudillos populistas han gobernado, se prioriza el adoctrinamiento, el cual gira sobre la figura del ‘líder’ paternalista, populista, quien se presenta como gestor del cambio del destino de sus conciudadanos.
Dicho discurso se constituye en clientelismo político, el cual consiste en contar una historia, agravando la lucha de clases para sembrarles esperanza de días mejores, bajo la promesa de la supuesta reivindicación de sus derechos, vía revancha o castigo a quienes ellos consideran sus opresores; es así como engañan al pueblo, con esperanzas vanas, hasta llegar al poder, afianzarse y de ser posible perennizarse en él. Ejemplos: Fidel Castro en Cuba, Chávez en Venezuela, quienes gobernaron hasta su muerte.
Los populistas socialistas que aún viven, tales como Ortega en Nicaragua, Maduro en Venezuela, Lula en Brasil y Cristina Fernández de Kirchner en Argentina, se mantienen en el poder a costa de corrupción y engaño, vendiendo odio e ilusión, mientras reparten miseria a sus pueblos.
Otro que pretende recuperar el poder y perennizarse en él es Correa, en Ecuador. El factor común en sus gobiernos es corrupción y enriquecimiento de la cúpula de gobierno a costa de la pauperización del pueblo, al que necesitan pobre para ofrecerles sueños de prosperidad, a medida que les agudizan la pobreza, aumentando la necesidad de alcanzarla.
Realizando un paralelismo entre el caudillo populista y el narcotraficante, ambos se enriquecen a costilla de las necesidades del pueblo, ofreciendo esperanzas, mientras lo explotan con la corrupción o con el vicio; así, ambos afianzan su poder frente al pueblo, el cual tras recibir migajas, justifica la corrupción del gobernante. Expertos en dicha práctica son los correístas, la Conaie y quienes conforman el eje del golpismo, empeñados en conseguir impunidad y seguir enriqueciéndose, por eso necesitan retornar al poder o compartirlo, sin importar cómo, total “ya que chu…”. Mientras el pueblo se mantenga pobre y con esperanzas, lo justifica todo, gracias al paternalismo populista, opio del pueblo.