En su propia cancha

"Los regímenes populistas, paternalistas tipo fascistas, en el ejercicio del poder por regla general pactan con grupos marginales a la ley"
El anarquismo es la lucha social que justifica cualquier medio, incluida la violencia, para eliminar todo tipo de autoridad coercitiva.
Los regímenes populistas, paternalistas tipo fascistas, en el ejercicio del poder por regla general pactan con grupos marginales a la ley, para en su gobierno lograr coexistir con cierta paz a cambio de beneficios y privilegios mutuos, para sostenerse en el poder requiriendo, incluso, caotizar la sociedad con tal objetivo, asegurándose condiciones de impunidad, destruyendo la imagen institucional de los organismos de control, seguridad y de administración de justicia, e infiltrando en ellos a sus compinches. Instauran así una sociedad atemorizada e indefensa, con la fuerza pública maniatada jurídicamente, ante una delincuencia privilegiada e impune.
Por supervivencia, en estos casos la sociedad y los miembros de las fuerzas del orden son orillados a sumarse a la conducta marginal y anarquista de manera vedada. Ejemplos como en la España de los ochentas, con los denominados GAL, Grupos Antiterroristas de Liberación, conformados de manera secreta por miembros de las fuerzas del orden, que actuaron en la que se denominó “guerra sucia contra ETA”; o como en la Colombia de los ochentas, con una sociedad aterrorizada y unas fuerzas del orden impotentes frente al poder de Pablo Escobar, que forzó el surgimiento de los Pepes como fuerza al margen de la ley para combatir a Escobar y su sistema de narcoterrorismo.
Ecuador desde el 2008 del gobierno paternalista narco-fascista de Correa dejó un sistema legal prodelincuencial e infiltró la administración de justicia con sus compinches, creando las condiciones para la anarquización de la sociedad en los términos expresados en líneas anteriores, ante la posibilidad de su caída.
Hoy el gobierno, las fuerzas del orden y la sociedad enfrentamos el reto de dar un giro de 180 grados, recuperando la institucionalidad y la justicia, o como en España y Colombia de los 80, tal como sucediera con el GAL y los Pepes: enfrentar la delincuencia con sus propias reglas y en su propia cancha.