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Mónica Cassanello: No más Ciudad Gótica

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La sensación de temor se mantiene hasta llegar al refugio aparentemente seguro del domicilio, cualquiera que sea la zona donde se reside

Llegar a Guayaquil por vía terrestre desde una gran variedad de destinos implica pasar primero por Durán. Ambas ciudades comparten una destacada ubicación en el ranking de las urbes más violentas del mundo, por lo que el solo hecho de haber recorrido sin contratiempos el primer tramo del puente de la Unidad Nacional ya constituye un logro. Sin embargo, al entrar al segundo tramo, lejos de experimentar alivio, quien se aventura a cruzarlo por las noches se sentirá engullido por la oscuridad. Sin luminarias ni líneas divisorias de carriles, el sentimiento de indefensión puede ser sobrecogedor, más aún cuando está desolado y de repente se divisa alguna moto o auto sospechoso (quizá sin placas) que se acerca. Aparece entonces la av. Pedro Menéndez Gilbert, que se convierte por unos minutos en un respiro por las luces a ambos lados de la vía que borran un poco el ambiente siniestro, pero que desaparece rápidamente en la Plaza Dañín, donde las calles vacías y la penumbra hacen que el miedo resurja.

La sensación de temor se mantiene hasta llegar al refugio aparentemente seguro del domicilio, cualquiera que sea la zona donde se reside, y cualquiera que sea el lugar de donde se partió, ya sea porque uno se animó a irse de viaje o a salir a entretenerse un rato.

Si la tasa de homicidios en Ecuador es incluso más alta que la de nuestra vecina Colombia, cuya reputación de inseguridad siempre nos ha impactado, la situación es realmente grave. ¿Dónde está la acción gubernamental? Si ni siquiera la puerta de entrada a Guayaquil tiene las condiciones básicas de seguridad, como buena iluminación y señalización, presencia policial y de agentes de tránsito, mal podemos esperar que las haya en el resto de la ciudad.

¿Qué debemos esperar que suceda para que la Gobernación, la Municipalidad, la ATM y la Policía unan esfuerzos y actúen efectiva y coordinadamente para darnos seguridad? La presencia de la fuerza pública y la iluminación son medidas disuasivas que ayudarían a bajar las tasas delincuenciales. Hagan -por lo menos- de las vías principales corredores seguros, donde el comercio, la gastronomía, el arte y el entretenimiento puedan florecer, favoreciendo el emprendimiento y con ello la generación de empleo, así como el esparcimiento seguro para una población ya suficientemente agobiada por la delincuencia y la crisis económica.