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Mónica Cassanello: Aquí les roban, aquí los matan...

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 Nadie sabía qué sucedía, ni qué hacer para protegerse

En las calles, en las casas, en la Bahía, en los taxis… También los secuestran... ¡Bienvenidos al Gran Guayaquil!

El 20 de diciembre en el aeropuerto José Joaquín de Olmedo, la multitud que se encontraba en la sala de espera de arribos salió corriendo, en medio de gritos e incertidumbre, hacia las puertas laterales de la terminal. Nadie sabía con certeza qué sucedía, tampoco qué hacer para protegerse. Los encargados de la seguridad recibían por radio explicaciones distintas de qué era lo que estaba ocurriendo. Tras unos quince minutos de confusión, la gente reingresó. La versión que se difundió culpaba a un conductor violento que por una discusión con otro chofer había lanzado disparos al aire en el paso elevado en el que se detienen los vehículos para dejar a los viajeros que parten. No hubo un comunicado oficial ni una explicación por altavoz que informe sobre lo sucedido. Sin embargo, unos cuantos minutos después nuevamente se escucharon gritos y la escena se repitió. La multitud corrió hacia las puertas de salida y entonces ya se pensó en un atentado. Pero no se trataba de una nueva balacera, ni de ningún hecho violento, sino de la reacción de mucha gente asustada y nerviosa, que al escuchar un grito actuó por instinto. El grito solo fue la expresión de alegría de una niña al ver nuevamente a su abuelo al llegar de viaje. O al menos eso fue lo que se dijo. A la mañana siguiente se supo que habían secuestrado a dos personas en el aeropuerto y que más tarde las habían asesinado.

La violencia en la ciudad y en sus cantones vecinos ha superado todos los límites y la ciudadanía está expuesta en cualquier parte. Es verdad que la fuerza pública no puede estar en todos lados, pero hay sitios estratégicos que deben ser zonas seguras, contar con resguardo y ser parte del programa de inteligencia del Gobierno. El aeropuerto, el terminal terrestre, el Puente de la Unidad Nacional y las vías a la Costa y a Daule, que son puertas de entrada al Gran Guayaquil; así como la Metrovía, los hospitales y en general los puntos de prestación de servicios públicos, deben ser vigilados por la Policía, agentes municipales y de tránsito. Caso aparte es el tramo de la carretera que pasa por Durán, que amerita ser militarizado.

Que el gobernador, el alcalde y demás autoridades pertinentes tomen medidas para defender a la población, precautelar su integridad, y que se note un cambio categórico pronto.