Mónica Cassanello | ¡Queremos creer!
Guayaquil es cada vez más, una ciudad muerta
¿Qué sentimos los ecuatorianos, y en especial los guayaquileños, que vivimos el 9 de enero momentos trágicos y de tanta incertidumbre y tensión, cuando vemos que la calma alcanzada en los dos últimos meses se resquebraja aceleradamente? ¿Qué actitud debemos adoptar y de qué forma podemos planificar un futuro cuando la prensa nos informa que las vacunas y los secuestros han repuntado? Cientos o quizá miles de negocios se están extinguiendo poco a poco rendidos ante las extorsiones y la inseguridad. Guayaquil es cada vez más, una ciudad muerta. La desolación y abandono del centro se empiezan a contagiar a otros barrios que antes vivían hasta las madrugadas. Las puertas se cierran ni bien cae el sol. Con árboles muertos o agonizando, veredas descuidadas y calles oscuras, sin presencia policial, sin gente..., ¿qué turista querrá visitarnos, o qué ciudadano se animará a correr el riesgo de salir ante tanto abandono y peligro?
A este sentimiento de desprotección se suma la indignación. ¡Son tan graves los problemas del país y son tan indolentes y tan impúdicas nuestras autoridades! ¿Qué podemos esperar de una Asamblea que solo existe para que sus miembros negocien la aprobación de leyes a cambio de infringir otras para beneficiar los intereses de sus líderes? ¿Puede tener éxito la acción de un mandatario que por un lado declara el combate a la narcodelincuencia y por otro llega a acuerdos con aquellos a quienes los casos que lleva adelante Fiscalía señalan como parte de las estructuras mafiosas? ¿Y cuando llegue a su fin el periodo de la actual fiscal general, quién continuará con lo iniciado, quién llevará hasta el final los casos en marcha para que no queden en la impunidad? ¿El sistema de justicia totalmente corrompido, que muy probablemente quede intocado? ¿ Y el IESS? ¿Recuperará todo el dinero que le robaron para que no lo tengan que salvar sus propios afiliados con aportaciones más altas y por tiempo mayor al actual; dejará de dar atención médica que no puede financiar; lo dirigirán algún día sus verdaderos sus dueños? ¿Se destinarán a educación de calidad los recursos que hoy absurdamente se da a los políticos para que hagan sus campañas electorales? ¿Habrá algún candidato que una vez en el poder no nos decepcione, sea realmente honesto y se la juegue por salvar al país? Es difícil creerlo.