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Mónica Cassanello: Volver a querer a Guayaquil

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Son ideas que surgen ante el deterioro de nuestra sociedad y de estar cansados de no ver cambios. Nos urge hacer algo.

Conversar con el taxista mientras nos lleva a nuestro destino es siempre una oportunidad para sondear lo que a la gente le preocupa, lo que está pasando. Durante mi último traslado en taxi, hablamos del desorden en el tránsito, de los carros que no respetan los carriles de circulación, de las motos que se cuelan por los sitios más insólitos y que aparecen de forma inesperada; de los peatones que cruzan las calles por donde quieren, de la presencia cada vez mayor de drogadictos; de que cada quien hace lo que le da la gana y de que nadie cuida la ciudad.

Roberto Calderón, el taxista, me decía que había que rescatar viejas prácticas de la Policía, acciones correctivas positivas que disuadían y aleccionaban sin atropellos. Me contaba que cuando agarraban a jóvenes consumiendo droga, los oficiales les imponían como sanción hacer unas 100 lagartijas o sapitos, y que los muchachos padecían tanto que no volvían a consumir en la vía pública. “Y si yo fuera de la ATM -continuaba-, a todos los que cruzan la calle por donde no deben, los pondría a repetir 100 veces, como cuando hacíamos planas: no debo cruzar por la mitad de la calle. En voz alta, y delante de la gente, para que les dé vergüenza, y más si los pasan por redes sociales. Nunca más lo vuelven a hacer”. También me decía que a los grafiteros, como reparación los pondría a pintar la pared que mancharon y que estaba seguro de que jamás repetirían el error.

Las propuestas de Roberto son sencillas, formativas y no implican violencia, ni atentan contra los derechos humanos de los infractores, y podrían implementarse a corto plazo y sin grandes costos. Son ideas que surgen ante el deterioro de nuestra sociedad y de estar cansados de no ver cambios. Nos urge hacer algo. Nos hace falta reeducarnos como ciudadanos.

Han pasado 31 años desde que León Febres-Cordero al asumir la alcaldía lanzó su exitosa campaña de rescate de la guayaquileñidad: Ahora o nunca, Guayaquil vive por ti, que buscaba “sembrar el amor e interés por su ciudad” en cada uno de sus moradores. La ciudad refloreció.

Creo que hace falta lanzar una nueva campaña con esa misma finalidad para llegar a las nuevas generaciones. Hay que volver a querer a Guayaquil. Ese es el primer paso.