Esas casas viejas...

¡Qué lástima Guayaquil! Cada vez es más frecuente escuchar que ha perdido otro bien patrimonial
Tengo una caja llena de ‘cassettes’, de la época en que grabábamos las canciones que pasaban en la radio rogando que el locutor no interrumpiera nuestra melodía favorita con alguna cuña publicitaria o retomando el contenido de su show. Si lo hacía, habría que volver a estar a la caza de ella durante la programación diaria a ver si la volvían a tocar, y correr a apretar las teclas de ‘Record’ y ‘Play’ cruzando los dedos para que esta vez la canción quedara grabada completa y sin interrupciones. Así nos ‘bajábamos’ música en los 80. También tengo una colección de CD que conservo a pesar de que puedo buscar lo que quiera escuchar en las plataformas digitales; y lamento no tener ya una docena de elepés que perdí en alguna mudanza.
Hay todavía en la casa familiar donde crecí un teléfono analógico, de esos en los que había que discar para hacer llamadas, al que una tía querida le ponía candado para que no le viniera alta la cuenta de Ietel; una radio Phillips con carcasa de madera y perillas para sintonizar las estaciones; y en algún rincón, guardado, un Betamax.
Cada vez que me he cambiado de casa he tenido la tentación de deshacerme de algunas de las ‘cosas viejas’ que aparecen en la bodega o en algún mueble, pues siempre el espacio resulta pequeño, pero en cada ocasión mi hijo menor me ha detenido. “Eso va a ser una antigüedad en el futuro” o “no las botes, son parte de nuestra historia” han sido sus argumentos, y de algún modo he encontrado el espacio para acomodar nuestras ‘reliquias personales’. Todas ellas guardan memorias que nos recuerdan lo que hacíamos en tiempos pasados, las costumbres de las personas que nos acompañaban, con quienes compartíamos nuestros días y que ahora extrañamos. Los pasatiempos, la forma como resolvíamos problemas o superábamos obstáculos. Es decir, cómo era la vida y cómo éramos nosotros en ese entonces. ¡Vale la pena conservarlas!
¡Qué lástima Guayaquil! Cada vez es más frecuente escuchar que ha perdido otro bien patrimonial. Los demuelen para dar paso a edificaciones modernas o se caen por falta de mantenimiento. Es cierto que los recursos de la ciudad son limitados, pero esas ‘casas viejas’ también son prioridad. Se llevan consigo tanta historia… esa historia que es lo que nos da identidad.